* Todo empezó hace 173 años, cuando el barco América ganó la Copa de las Cien Guineas y se convirtió en el santo grial de la náutica, tras ponerla en juego el New York Yacht Club por expreso deseo de los primeros ganadores del codiciado trofeo.
* En la 37ª edición de la America’s Cup que se celebra en Barcelona, Alpine se ha involucrado uniendo fuerzas con Orient Express Racing Team y revive la historia y las reglas de esta legendaria competición.
La America’s Cup es la competición deportiva existente más antigua, anterior incluso a los Juegos Olímpicos de la era moderna. Su origen es la regata alrededor de la isla inglesa de Wight disputada en 1851, dónde el único barco extranjero América se impuso a una flota de 15 barcos británicos. La reina Victoria I presenciaba el desenlace de la regata, y al saber que el líder destacado era la goleta estadounidense preguntó quién venía en segundo lugar. La ventaja que lleva a sus rivales era tal que la respuesta fue “Majestad, no hay segundo”. Y fue así como a mediados del siglo XIX unos extranjeros alzaron la Copa de las Cien Guineas ente la reina, pero la mítica respuesta se ha perpetuado como lema de esta única competición. No hay segundo, pues todos los honores para los dos únicos competidores son para el vencedor del Match Final.
* En la 37ª edición de la America’s Cup que se celebra en Barcelona, Alpine se ha involucrado uniendo fuerzas con Orient Express Racing Team y revive la historia y las reglas de esta legendaria competición.
La America’s Cup es la competición deportiva existente más antigua, anterior incluso a los Juegos Olímpicos de la era moderna. Su origen es la regata alrededor de la isla inglesa de Wight disputada en 1851, dónde el único barco extranjero América se impuso a una flota de 15 barcos británicos. La reina Victoria I presenciaba el desenlace de la regata, y al saber que el líder destacado era la goleta estadounidense preguntó quién venía en segundo lugar. La ventaja que lleva a sus rivales era tal que la respuesta fue “Majestad, no hay segundo”. Y fue así como a mediados del siglo XIX unos extranjeros alzaron la Copa de las Cien Guineas ente la reina, pero la mítica respuesta se ha perpetuado como lema de esta única competición. No hay segundo, pues todos los honores para los dos únicos competidores son para el vencedor del Match Final.
El equipo francés Orient Express Racing Team, con el apoyo de Alpine, se prepara para entrar en la historia de la America’s Cup en esta 37ª edición.
Unos años después de su regreso, los propietarios de la goleta América legaron el trofeo a su club New York Yacht Club para ponerla en juego como una “competición amistosa entre países”. Donaron el trofeo con un documento, el Deed of Gift aún vigente, que establece las normas básicas de la competición, como la eslora máxima del barco o los requisitos de nacionalidad de los equipos. La tripulación, el diseñador y la construcción del barco debían ser de la misma nacionalidad del club bajo el cual competía. Además, se especificaba que la America’s Cup era una regata barco contra barco, no en un formato de flota. La regata no tiene unas fechas fijas, si no que están a expensas de que un Challenger (desafiante) rete al Defender (último vencedor) para disputarle el valioso trofeo que no queda en su propiedad, sino que lo custodia hasta la siguiente edición.
Quien gana manda
Unos años después de su regreso, los propietarios de la goleta América legaron el trofeo a su club New York Yacht Club para ponerla en juego como una “competición amistosa entre países”. Donaron el trofeo con un documento, el Deed of Gift aún vigente, que establece las normas básicas de la competición, como la eslora máxima del barco o los requisitos de nacionalidad de los equipos. La tripulación, el diseñador y la construcción del barco debían ser de la misma nacionalidad del club bajo el cual competía. Además, se especificaba que la America’s Cup era una regata barco contra barco, no en un formato de flota. La regata no tiene unas fechas fijas, si no que están a expensas de que un Challenger (desafiante) rete al Defender (último vencedor) para disputarle el valioso trofeo que no queda en su propiedad, sino que lo custodia hasta la siguiente edición.
Quien gana manda
La aceptación de un desafío se regula bajo el Protocolo en el que el Defender establece fechas, lugar y otras normas específicas para esa edición concreta, pudiéndose modificar de mutuo acuerdo algunas de las bases del Deed of Gift. Pero si el Challenger no acepta el Protocolo, la America’s Cup se disputa bajo de las normas estrictas del Deed of Gift, como sucedió en las ediciones de 1988 y 2010.
Las desavenencias entre Challengers y Defenders las resuelve el Tribunal Supremo de Nueva York, y en segunda instancia el Tribunal de Apelaciones de Nueva York. Unos escenarios testigos de múltiples duras batallas legales a largo de los años. Desde que se abrieron las puertas para que varios desafiantes extranjeros compitieran, primero se eliminan entre sí para que el mejor se mida contra el Defender.
Una de sus características excepcionales de la America’s Cup es el privilegio del ganador para imponer sus propias reglas de juego. Es inimaginable que el equipo vencedor del campeonato de Fórmula 1 o de otras competiciones fijase las normas y reglamentos de la siguiente edición. Pero en la America’s Cup es así, por algo es única y capaz de atraer la atención de poderosos magnates a lo largo de su larga trayectoria. Entre ellos destaca la insistencia de Sir Thomas Lipton retando a los entonces imbatibles estadounidenses en cinco ocasiones. Inicio su osadía en 1899, insistiendo de nuevo en 1901 y 1903. Luego de las tres derrotas tuvo tiempo de madurar la búsqueda del santo grial náutico, pues la I Guerra Mundial desaconsejó las tentativas hasta 1920, año que el magnate del té insistió por cuarta vez y luego otra más 1930. Pese a la entonces prohibición de publicidad en la vela, su nombre asociado a su imperio fue el precursor de los actuales patrocinios. Su legado comercial en Estados Unidos fue el consuelo de sus cinco derrotas.
Siempre barcos de alta tecnología
A ningún competidor le gusta perder, y todavía menos a los ilustres personajes cargados de éxito y notoriedad personal. Atesoran en común su máximo empeño en ganar, y su primer objetivo era regatear con el barco más veloz posible. Con presupuestos mayúsculos, los equipos buscaban el mejor diseñador y el astillero mejor preparado, un binomio en busca de la máxima tecnología del momento.
La era de los 12 Metros, barco escogido tras la segunda guerra mundial en las diez ediciones entre 1958 y 1977, está considerada como la era de oro deportiva. Competir con el mismo tipo de barco conllevó una igualdad entre los distintos diseños y una optimización de prestaciones a niveles impensables, en los que ganar una eslora de velocidad en tres millas de distancia costaba algo más que sangre, sudor y lágrimas.
La America’s Cup no solo ha sido la punta de lanza tecnológica de los barcos, si no que a veces ha sido pionera en soluciones y empleo de materiales avanzados. La hoy tan popularizada fibra de carbono dio sus primeros pasos deportivos en los prototipos de regata en los años 70, algunas décadas antes de su aparición en vehículos de calle o incluso en la Fórmula 1. Previamente a la fabricación de mástiles en carbono, los equipos tejieron alianzas con la industria aeroespacial para desarrollar aleaciones especiales de aluminio. Actualmente hay pocas piezas a bordo que no estén fabricadas en fibra de carbono, si exceptuamos la parte inferior de los foils que precisan mucho peso, además de rigidez y deformaciones nulas. Son la pieza más importante de los barcos actuales, sometidas a unas cargas enormes que requieren aleaciones especiales y unos métodos de construcción ultra precisos. El equipo francés Orient Express Racing Team no dudó en consultar a su colaborador Alpine, quien le facilitó el acceso a uno de sus proveedores fabricantes de piezas de alta tecnología de la marca. Si primero se buscaron complicidades aeroespaciales, esta segunda generación de monocascos voladores ha supuesto la inmersión de la Fórmula 1. Un deporte que domina complejos sistemas hidráulicos, enormes dosis de electrónica y el empleo de simuladores. La mecatrónica, esa “nueva ingeniería” que aúna informáticamente toma de datos, funcionamiento de sistemas, análisis y predicciones de prestaciones, es el actual campo de batalla de los equipos en la 37 edición, que conoce de sobra el equipo BWT Alpine F1 Team. Cuando lo barcos navegaban semi-sumergidos en el agua a poca velocidad el factor clave del diseño era la hidrodinámica. En los actuales barcos voladores la clave es la aerodinámica variable o adaptable, especialidad en que la máxima competición automovilística es la clara dominadora.
El trasvase de tecnología, avances y soluciones entre barcos de alta competición y barcos de serie es similar a la de automóviles deportivos y bólidos de Formula 1. Un buen ejemplo lo podemos encontrar en Alpine A290, equipado con un prestacional sistema eléctrico conservando el ADN deportivo de la marca. También ejemplariza los beneficios de la alta competición en la icónica gama A110, que conecta la marca de deportivos con la alta tecnología de su equipo BWT Alpine F1 Team. Los pilotos del equipo BWT Alpine F1 Team, Esteban Ocon y Pierre Gasly no pudieron resistir la tentación de ver navegar al AC75 OERT y ver el barco detenidamente en tierra durante una visita a Barcelona. Tras la experiencia Gasly comentó, “Ha sido increíble estar en el agua, tener una sensación real de velocidad y ver con mis propios ojos el barco volando tan cerca, ya que nunca había tenido esta oportunidad. Al final de la sesión de entrenamiento, pude subir al barco y entender con Quentin el papel de cada miembro de la tripulación y el impacto de sus acciones, la estrategia y todo lo que hay detrás. También hay muchas similitudes en la cabina y el timón. Fue realmente asombroso poder conocer al equipo y tener una visión interna del deporte a través de nuestra conexión compartida con Alpine. Estaremos detrás del equipo para apoyarlos“.
Fernando Poveda Delgado
Responsable de Comunicación Alpine
Las desavenencias entre Challengers y Defenders las resuelve el Tribunal Supremo de Nueva York, y en segunda instancia el Tribunal de Apelaciones de Nueva York. Unos escenarios testigos de múltiples duras batallas legales a largo de los años. Desde que se abrieron las puertas para que varios desafiantes extranjeros compitieran, primero se eliminan entre sí para que el mejor se mida contra el Defender.
Una de sus características excepcionales de la America’s Cup es el privilegio del ganador para imponer sus propias reglas de juego. Es inimaginable que el equipo vencedor del campeonato de Fórmula 1 o de otras competiciones fijase las normas y reglamentos de la siguiente edición. Pero en la America’s Cup es así, por algo es única y capaz de atraer la atención de poderosos magnates a lo largo de su larga trayectoria. Entre ellos destaca la insistencia de Sir Thomas Lipton retando a los entonces imbatibles estadounidenses en cinco ocasiones. Inicio su osadía en 1899, insistiendo de nuevo en 1901 y 1903. Luego de las tres derrotas tuvo tiempo de madurar la búsqueda del santo grial náutico, pues la I Guerra Mundial desaconsejó las tentativas hasta 1920, año que el magnate del té insistió por cuarta vez y luego otra más 1930. Pese a la entonces prohibición de publicidad en la vela, su nombre asociado a su imperio fue el precursor de los actuales patrocinios. Su legado comercial en Estados Unidos fue el consuelo de sus cinco derrotas.
Siempre barcos de alta tecnología
A ningún competidor le gusta perder, y todavía menos a los ilustres personajes cargados de éxito y notoriedad personal. Atesoran en común su máximo empeño en ganar, y su primer objetivo era regatear con el barco más veloz posible. Con presupuestos mayúsculos, los equipos buscaban el mejor diseñador y el astillero mejor preparado, un binomio en busca de la máxima tecnología del momento.
La era de los 12 Metros, barco escogido tras la segunda guerra mundial en las diez ediciones entre 1958 y 1977, está considerada como la era de oro deportiva. Competir con el mismo tipo de barco conllevó una igualdad entre los distintos diseños y una optimización de prestaciones a niveles impensables, en los que ganar una eslora de velocidad en tres millas de distancia costaba algo más que sangre, sudor y lágrimas.
La America’s Cup no solo ha sido la punta de lanza tecnológica de los barcos, si no que a veces ha sido pionera en soluciones y empleo de materiales avanzados. La hoy tan popularizada fibra de carbono dio sus primeros pasos deportivos en los prototipos de regata en los años 70, algunas décadas antes de su aparición en vehículos de calle o incluso en la Fórmula 1. Previamente a la fabricación de mástiles en carbono, los equipos tejieron alianzas con la industria aeroespacial para desarrollar aleaciones especiales de aluminio. Actualmente hay pocas piezas a bordo que no estén fabricadas en fibra de carbono, si exceptuamos la parte inferior de los foils que precisan mucho peso, además de rigidez y deformaciones nulas. Son la pieza más importante de los barcos actuales, sometidas a unas cargas enormes que requieren aleaciones especiales y unos métodos de construcción ultra precisos. El equipo francés Orient Express Racing Team no dudó en consultar a su colaborador Alpine, quien le facilitó el acceso a uno de sus proveedores fabricantes de piezas de alta tecnología de la marca. Si primero se buscaron complicidades aeroespaciales, esta segunda generación de monocascos voladores ha supuesto la inmersión de la Fórmula 1. Un deporte que domina complejos sistemas hidráulicos, enormes dosis de electrónica y el empleo de simuladores. La mecatrónica, esa “nueva ingeniería” que aúna informáticamente toma de datos, funcionamiento de sistemas, análisis y predicciones de prestaciones, es el actual campo de batalla de los equipos en la 37 edición, que conoce de sobra el equipo BWT Alpine F1 Team. Cuando lo barcos navegaban semi-sumergidos en el agua a poca velocidad el factor clave del diseño era la hidrodinámica. En los actuales barcos voladores la clave es la aerodinámica variable o adaptable, especialidad en que la máxima competición automovilística es la clara dominadora.
El trasvase de tecnología, avances y soluciones entre barcos de alta competición y barcos de serie es similar a la de automóviles deportivos y bólidos de Formula 1. Un buen ejemplo lo podemos encontrar en Alpine A290, equipado con un prestacional sistema eléctrico conservando el ADN deportivo de la marca. También ejemplariza los beneficios de la alta competición en la icónica gama A110, que conecta la marca de deportivos con la alta tecnología de su equipo BWT Alpine F1 Team. Los pilotos del equipo BWT Alpine F1 Team, Esteban Ocon y Pierre Gasly no pudieron resistir la tentación de ver navegar al AC75 OERT y ver el barco detenidamente en tierra durante una visita a Barcelona. Tras la experiencia Gasly comentó, “Ha sido increíble estar en el agua, tener una sensación real de velocidad y ver con mis propios ojos el barco volando tan cerca, ya que nunca había tenido esta oportunidad. Al final de la sesión de entrenamiento, pude subir al barco y entender con Quentin el papel de cada miembro de la tripulación y el impacto de sus acciones, la estrategia y todo lo que hay detrás. También hay muchas similitudes en la cabina y el timón. Fue realmente asombroso poder conocer al equipo y tener una visión interna del deporte a través de nuestra conexión compartida con Alpine. Estaremos detrás del equipo para apoyarlos“.
Fernando Poveda Delgado
Responsable de Comunicación Alpine
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