La imagen que hoy difundimos en la Memoria Gráfica Rescatada de Sevilla es cuando en nuestra ciudad Sevilla se vendían botijos por las calles.
El recordado fotoperiodista Ángel Gómez "Gelán", que trabajó en los diarios "El Liberal", "La Unión" y el semanario "Hoja del Lunes de Sevilla" --ya desaparecidos--, la agencia "Europa Press" y en "El Correo de Andalucía" hasta su jubilación.
Esta foto realizada en el año 1955 y publicada en "El Correo" cuando Ángel "Gelán" formaba parte de la redacción ilustró un artículo escrito por Laura Liñan en ABC de Sevilla en el año 2018.
Con el título "ASÍ VENDÍA EL BOTIJERO POR LAS CALLES DE SEVILLA", Laura Liñán escribió: Esta semana, en la que hemos estrenado la primera ola de calor del verano 2018, que está siendo más inusual de la cuenta, recuperamos esta imagen de la hemeroteca de ABC de Sevilla para nuestro serial #ArchivoABCsev en Instagram. En estos días en los que aprieta el calor, recordamos esta fotografía del año 1955 donde el protagonista es un elemento clave en los veranos del pasado: el botijo o búcaro.
En los años 50 escenas como estas eran cotidianas en Sevilla, y sobre todo en julio y agosto. El botijero, con su sombrero de paja y ataviado con un búcaro en la mano, recorría las calles de la ciudad vendiendo estos recipientes por la calle. Como vemos, está pregonando su mercancía en un cruce de calles acompañado por dos burros con alforjas. Las zonas de luz y de sombra que los edificios dejan en la calle reflejan la intensidad del sol en esta época. Ya podemos imaginar el calor. Era casi vital tener, al menos, uno de estos búcaros con agua fresca en cada hogar. Estaban hechos de barro, y se podían encontrar de dos tipos: barro blanco, originario del pueblo sevillano de Lebrija y rojo, de La Rambla en Córdoba; el lugar donde se fabrican más botijos de España.El búcaro era una figura casera y muy popular que se ha perdido. Ha sido sustituida por las botellitas de plástico desechable y es raro encontrar alguno en uso en una casa. Han sido relegados a la decoración. Aunque aún es posible dar con alguno en la barra de más de un bar de Andalucía, dispuestos para que los clientes, sobre todo los niños pequeños, se refresquen sin tener que pedirle el agua al camarero.
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