lunes, 11 de agosto de 2014

OPINIÓN.- La Virgen de Sevilla, por Fernando Gelán

El próximo día 15 de agosto miles de sevillanos de la capital y de los pueblos cercanos se apiñarán en las calles que rodean la Catedral para participar en la solemne procesión de la Patrona de la Ciudad.
La Virgen de los Reyes es la Virgen de Sevilla. Los sevillanos, tanto de la capital como de los pueblos próximos de la provincia, tienen sus singulares devociones particulares. Porque en la Tierra de María Santísima existe un elevado amor a María en todas sus advocaciones. Pero la Patrona de Sevilla y de la Archidiócesis es una devoción general y popular que aglutina los amores marianos de este pueblo que cada 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María, reza, canta y se arrodilla a su paso en ese recorrido apretado que se convierte en Iglesia viva.
En este homenaje a la Virgen de los Reyes hay una importante colaboración ciudadana. No importa el calor que con rigor aprieta en esta fecha agosteña. El sevillano, de la capital o del pueblo –especialmente de la zona del Aljarafe--, estará puntual en el mismo lugar de tránsito que se ha hecho tradicional porque fue elegido por anteriores generaciones familiares. Y desde ese lugar que se ha considerado privilegiado en el tiempo, se producirá el encuentro con la madre y el recogimiento para recibir la bendición de la Señora y Reina de Sevilla.
No hay duda: La fiesta de la Virgen de Sevilla es la fiesta popular de un pueblo amante de María, adelantado en el Dogma de la Inmaculada, defensor –con la sangre si fuese preciso, de la Virgen Madre de Dios. No hay pueblo en todo el universo que sea tan seguidor de quien es Reina y Abogada de Sevilla y Corredentora de Cristo.
Si en la Semana Santa sevillana y de los pueblos andaluces se construyen palios hermosos y solemnes, con candelerías llenas de luces y exornos de hermosas flores para poder mitigar los Dolores de María y si en las procesiones de gloria se agiganta la brillante participación para exaltar a la Virgen, en la procesión de la Patrona de Sevilla, de Nuestra Señora de los Reyes, la unión colectiva de los sevillanos se hace aún más fuerte y apasionada, aunque el paso de la Reina de los Cielos no lleve rutilante candelería, ni vayan en el luces encendidas y esté adornado en la última época con nardos y claveles muy ajustados.
El amor a la Madre de Dios no se valora por el oro que le podamos ofrecer, aunque como Reina y Señora Ella se merece lo mejor de lo mejor. La Virgen, Nuestra Señora de los Reyes, en ese día del 15 de agosto, lo que más desea es ver a su alrededor a todos sus hijos con el corazón limpio y abierto, y que en ninguno de ellos haya egoísmo, falta de caridad y de insolidaridad. Ella nos pide amor y nosotros, los sevillanos, deseamos abiertamente su Amor y su Misericordia.
La Virgen de los Reyes desea que entre todos los ciudadanos exista un gran amor, una fiel hermandad y una justa comprensión. Ella, como su Hijo dijo “amaos los unos y los otros como yo os he amado”, también quiere que se cumpla con esas palabras que pronunció quien dio su vida en la Cruz para salvarnos.
La Madre de Dios nos hace este especial llamamiento, porque sabe perfectamente que Ella nos guiará por el mejor camino para abrazar eternamente a su Hijo.
La Virgen de los Reyes, la Patrona de la Ciudad y de la Diócesis, la Madre y Señora, recibirá en la calle el profundo homenaje de sus mejores hijos. Estamos más cerca de Dios. De su Amor y de su Misericordia. El 15 de agosto, en la fiesta de la Asunción de María, Sevilla está más cerca del cielo.

FERNANDO GELÁN

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