HIJOS
DE LA GRAN BRETAÑA
Muchos, entre los que me incluyo,
desconocíamos hasta hace poco que Sanlúcar de Barrameda había sido capital de
provincia. Sanlúcar ostentó la capitalidad de su provincia homónima durante un
corto periodo de tiempo (1804-1808). Este privilegio administrativo se adelantó
incluso a la división provincial promovida por Javier de Burgos en 1833 que es
la que ha llegado hasta nuestros días. El padrino de la idea fue Manuel Godoy,
valido del rey Carlos IV y la causa de la Real Orden que decretó la provincia
fue la predilección del valido por la villa y sobre todo por una de sus
vecinas, Pepita Tudó, amante del “Príncipe de la Paz”. La efímera demarcación
duró hasta que cayó en desgracia Godoy con el Motín de Aranjuez. Y ya se sabe:
‘se fue el padrino y se acabó el bautizo’.
Todo esto viene a cuento del último
episodio sobre el contencioso de Gibraltar que venimos presenciando este verano.
Un contencioso que cumple ahora trescientos años y que no tiene visos de
resolverse ni siquiera a medio plazo. Lo paradójico de la cuestión es que el
gobierno de España, al que le han venido de perlas los bloques de hormigón para
desviar la atención del caso Bárcenas, se dedique a utilizar como ariete a los
pescadores mientras la Autoridad Portuaria, que depende directamente del
Ministerio de Fomento, se ha dedicado a instalar fondeaderos para grandes
mercantes en otros caladeros de la bahía, o ha permitido que las grandes
industrias prohíban la pesca en sus zonas, como ha denunciado la Patrona Mayor
de Algeciras.
El problema del Campo de Gibraltar,
según mi modesta opinión y visto desde fuera, no es sólo el problema de los
pescadores, que lo es y muy importante, porque Gibraltar está jugando con el
pan de muchas familias humildes. El problema del Campo de Gibraltar es un
problema de estado, al que el estado no da solución. Una comarca con más de un 40%
de paro es una vergüenza para un gobernante y está muy bien levantar el espíritu patriótico cada vez que
al alcalde de Gibraltar se le ocurra una nueva cacicada, pero al gobernante hay
que decirle que con el espíritu patriótico no se come.
Mientras detrás de la verja exista
un paraíso fiscal, podemos llevarnos años y años discutiendo sobre el espacio
aéreo o sobre las aguas territoriales; hasta hoy de poco nos ha servido, así
llevamos… ¿cuánto tiempo?.
El Campo de Gibraltar, azotado por
el paro, necesita inversiones del Estado y de la Junta de Andalucía en
infraestructuras imprescindibles como la modernización de la vía férrea
entre Algeciras y Bobadilla, la autovía entre Vejer y Algeciras o la
circunvalación de la A-7 a su paso por San Roque. Y necesita, sobre todo, un estatus
especial que lo equipare con la Roca, porque la única forma de contrarrestar
una singularidad es con otra singularidad.
La disposición adicional primera de
la Constitución de 1978 ampara y respeta los derechos históricos de los
territorios forales. Desde entonces el País Vasco y Navarra disfrutan de un derecho
tributario y fiscal preferente que se les suprimió después de perder la Tercera
Guerra Carlista en el año 1876. Ambos territorios disfrutan de la mayor renta
per cápita y de la menor tasa de paro de todo el estado. A lo mejor ha llegado
el momento de repetir la historia de la provincia de Sanlúcar de Barrameda en
el Campo de Gibraltar. Necesitaríamos un Godoy que esté dispuesto a modificar
la Constitución y el Estatuto de Andalucía y cree la provincia del Campo de
Gibraltar. Una provincia con fuero propio y con incentivos fiscales. Seguro que
tendría más atractivos y perspectivas que el peñón que Felipe V le regaló a los
hijos de la Gran Bretaña.
Manuel Visglerio, Secretario Provincial del PA en Sevilla.-
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