Se celebró en la Plaza de Toros de Sevilla la primera corrida de toros del ciclo continuado de la Feria de Abril –tercera del abono--, con la actuación de los sevillanos Oliva Soto y Antonio Nazaré y el mexicano Diego Silveti. Los toros de Montealto, bien presentados y de bonita lámina, no fueron muy boyantes. No dieron el juego deseado por los ilusionados matadores de esta terna. Fueron muy desiguales. Se salvaron el primero y el tercero.
FICHA DE LA CORRIDA
Media entrada en este segundo festejo del ciclo continuado de la Feria de Abril –primera corrida de toros y tercer festejo del abono 2012--, en tarde nublada y con viento. Las reses de Montealto, bien presentadas, pero desiguales, se vinieron abajo en los últimos tercios de las correspondientes lidias. Destacó el primer toro –“Guitarrista”--, que fue el que dio el son más deseado.
· Oliva Soto, vuelta al ruedo y silencio.
· Antonio Nazaré, silencio tras aviso y silencio.
· Diego Silveti, que realizaba su presentación en la Real Maestranza de Sevilla, saludos desde el tercio tras un aviso y palmas.
Presidió la corrida Julián Salgueiro.
CRÓNICA DE FERNANDO GELÁN
Poco hay que contar de esta desigual tarde de toros, que se prolongó por espacio de más de dos horas y media. Los toros de Montealto, con kilos y presencia, no fueron muy útiles para los sueños de los tres jóvenes matadores. El único toro bizcochable de este encierro fue el primero –Guitarrista”, de 522 kilos--, que le tocó en suerte al camero Oliva Soto. Aunque hubo pocos lances vistosos con el capote, el torero sevillano se lanzó a tumba abierta con la muleta. Y Oliva Soto hizo soñar a los aficionados, porque el toro enganchaba y el torero lograba estirar con gusto la franela y sacar una serie de pases medidos, artísticos y atractivos. El de Camas siempre estuvo seguro y decidido sobre el albero y hasta sonó la música en su honor. Soto se creció en su faena de muleta y ofreció artísticos pases naturales y derechazos, que hicieron vibrar los tendidos de la plaza sevillana de la Maestranza. Estuvo fino con la espada, alcanzado una estocada espectacular al encuentro que, al principio, pareció efectiva y mortal.
Pero no tuvo fortuna Oliva Soto, porque no pudo dar el zarpazo definitivo a su faena. El toro aguantó el estoconazo y tardó en caer sobre el albero. El puntillero no estuvo fino y no acertó en su cometido. El animal se levantó en dos ocasiones antes de que el subalterno del torero acertara a dar el pasaporte final al morlaco. Esto hizo que el público se enfriara y que no se pidiera por unanimidad la oreja que parecía tener segura el matador de Camas por la buena faena realizada a “Guitarrista”. Hubo pocos pañuelos y el torero se tuvo que conformar con dar una vuelta al ruedo, entre las ovaciones del respetable.
En el segundo de su lote –el cuarto de la corrida, de nombre “Jugador” y de 525 kilos--, Oliva Soto se encontró con un toro complicado y difícil de lidiar. El camero puso toda su buena voluntad y se entregó de forma muy digna. Pero la res fue perdiendo fuerza y la pelea entre torero y toro perdió chispa. Soto, contrariado, tuvo que matar de pinchazo y tres descabellos.
Tampoco fue la tarde de Antonio Nazaré. Ninguno de los toros que le tocó en suerte fueron lidiables. Las reses se vinieron abajo y el torero de Dos Hermanas luchó de forma infructuosa para sacar alguna buena tajada. Nazaré no pudo lucir su calidad artística, su clase y sus ganas.
En el primero –“Clavellino”, de 520 kilos--, el torero nazareno se entregó con todas sus ganas, pero la res no respondió al reto del matador. Mató de dos pinchazos y estocada, escuchando además un aviso. En su segundo toro –quinto de la tarde y de nombre “Cafelito”, de 525 kilos--, Nazaré volvió a intentar la exposición de todas sus buenas ideas, pero el toro era un auténtico marmolillo. El torero de Dos Hermanas mató de pinchazo y estocada.
Cerró la negra tarde-noche taurina en la Maestranza el mexicano Diego Silveti, que en su primero –“Certero”, de 502 kilos--, estuvo valiente, ofreciendo, además, variedad en las series. El matador, decidido yh entregado, fue desarrollando una faena de muleta muy correcta y artística. Se adornó hasta con graciosas manoletinas y espaldarazos. Pero el mexicano no acabó de levantar al público de la siesta. Mató a este primero de pinchazo y estocada, pero tuvo que utilizar por tres veces el verduguillo. Silveti recibió un aviso y sonaron algunas palmas para que el diestro saludara desde el tercio. En su segundo toro –sexto de la corrida, de nombre “Calzadito”, de 524 kilos--, el torero mexicano no pudo ofrecer todo el buen toreo que lleva dentro. Puso ganas, se arrimó, estuvo en zonas peligrosas, pero el morlaco nunca puso nada en esta pelea sobre el arenal del Baratillo. También molestó el viento y el soso toro fue complicando todas las soñadas faenas que intentaba realizar el matador. Silveti quiso levantar el ánimo de los espectadores con más rabia y pundonor, pero el animal que tenía delante no aceptaba este duro duelo. Mató de certero estoconazo y hubo palmas de agradecimiento.
Largo fue un espectáculo que jamás habían soñado los ilusionados matadores. Sobre todo, porque los tres espadas tiene clase y poderío. Pero faltó bravura y fuerza en las reses de Montealto, que se quedaron en un quiero y no puedo.
Media entrada en este segundo festejo del ciclo continuado de la Feria de Abril –primera corrida de toros y tercer festejo del abono 2012--, en tarde nublada y con viento. Las reses de Montealto, bien presentadas, pero desiguales, se vinieron abajo en los últimos tercios de las correspondientes lidias. Destacó el primer toro –“Guitarrista”--, que fue el que dio el son más deseado.
· Oliva Soto, vuelta al ruedo y silencio.
· Antonio Nazaré, silencio tras aviso y silencio.
· Diego Silveti, que realizaba su presentación en la Real Maestranza de Sevilla, saludos desde el tercio tras un aviso y palmas.
Presidió la corrida Julián Salgueiro.
CRÓNICA DE FERNANDO GELÁN
Poco hay que contar de esta desigual tarde de toros, que se prolongó por espacio de más de dos horas y media. Los toros de Montealto, con kilos y presencia, no fueron muy útiles para los sueños de los tres jóvenes matadores. El único toro bizcochable de este encierro fue el primero –Guitarrista”, de 522 kilos--, que le tocó en suerte al camero Oliva Soto. Aunque hubo pocos lances vistosos con el capote, el torero sevillano se lanzó a tumba abierta con la muleta. Y Oliva Soto hizo soñar a los aficionados, porque el toro enganchaba y el torero lograba estirar con gusto la franela y sacar una serie de pases medidos, artísticos y atractivos. El de Camas siempre estuvo seguro y decidido sobre el albero y hasta sonó la música en su honor. Soto se creció en su faena de muleta y ofreció artísticos pases naturales y derechazos, que hicieron vibrar los tendidos de la plaza sevillana de la Maestranza. Estuvo fino con la espada, alcanzado una estocada espectacular al encuentro que, al principio, pareció efectiva y mortal.
Pero no tuvo fortuna Oliva Soto, porque no pudo dar el zarpazo definitivo a su faena. El toro aguantó el estoconazo y tardó en caer sobre el albero. El puntillero no estuvo fino y no acertó en su cometido. El animal se levantó en dos ocasiones antes de que el subalterno del torero acertara a dar el pasaporte final al morlaco. Esto hizo que el público se enfriara y que no se pidiera por unanimidad la oreja que parecía tener segura el matador de Camas por la buena faena realizada a “Guitarrista”. Hubo pocos pañuelos y el torero se tuvo que conformar con dar una vuelta al ruedo, entre las ovaciones del respetable.
En el segundo de su lote –el cuarto de la corrida, de nombre “Jugador” y de 525 kilos--, Oliva Soto se encontró con un toro complicado y difícil de lidiar. El camero puso toda su buena voluntad y se entregó de forma muy digna. Pero la res fue perdiendo fuerza y la pelea entre torero y toro perdió chispa. Soto, contrariado, tuvo que matar de pinchazo y tres descabellos.
Tampoco fue la tarde de Antonio Nazaré. Ninguno de los toros que le tocó en suerte fueron lidiables. Las reses se vinieron abajo y el torero de Dos Hermanas luchó de forma infructuosa para sacar alguna buena tajada. Nazaré no pudo lucir su calidad artística, su clase y sus ganas.
En el primero –“Clavellino”, de 520 kilos--, el torero nazareno se entregó con todas sus ganas, pero la res no respondió al reto del matador. Mató de dos pinchazos y estocada, escuchando además un aviso. En su segundo toro –quinto de la tarde y de nombre “Cafelito”, de 525 kilos--, Nazaré volvió a intentar la exposición de todas sus buenas ideas, pero el toro era un auténtico marmolillo. El torero de Dos Hermanas mató de pinchazo y estocada.
Cerró la negra tarde-noche taurina en la Maestranza el mexicano Diego Silveti, que en su primero –“Certero”, de 502 kilos--, estuvo valiente, ofreciendo, además, variedad en las series. El matador, decidido yh entregado, fue desarrollando una faena de muleta muy correcta y artística. Se adornó hasta con graciosas manoletinas y espaldarazos. Pero el mexicano no acabó de levantar al público de la siesta. Mató a este primero de pinchazo y estocada, pero tuvo que utilizar por tres veces el verduguillo. Silveti recibió un aviso y sonaron algunas palmas para que el diestro saludara desde el tercio. En su segundo toro –sexto de la corrida, de nombre “Calzadito”, de 524 kilos--, el torero mexicano no pudo ofrecer todo el buen toreo que lleva dentro. Puso ganas, se arrimó, estuvo en zonas peligrosas, pero el morlaco nunca puso nada en esta pelea sobre el arenal del Baratillo. También molestó el viento y el soso toro fue complicando todas las soñadas faenas que intentaba realizar el matador. Silveti quiso levantar el ánimo de los espectadores con más rabia y pundonor, pero el animal que tenía delante no aceptaba este duro duelo. Mató de certero estoconazo y hubo palmas de agradecimiento.
Largo fue un espectáculo que jamás habían soñado los ilusionados matadores. Sobre todo, porque los tres espadas tiene clase y poderío. Pero faltó bravura y fuerza en las reses de Montealto, que se quedaron en un quiero y no puedo.
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