Objetivo cumplido. El proyecto Tohoku Crossing ha recorrido Japón con dos premisas ineludibles: rendir homenaje a las víctimas del tsunami que en el año 2011 asoló parte del país asiático y, además, ahondar y estrechar los lazos culturales y de hermanamiento que existen entre el pueblo nipón y Coria del Río (Sevilla). El final de la travesía llegó junto a la estatua a Hasekura Tsunenaga en Sendai, lugar de donde partió aquella expedición comandada por el samurái hace cuatro siglos y del que se conserva una efigie en el municipio ribereño.
El novedoso formato que representa el Tohoku Crossing ha consistido en una carrera de 300 kilómetros desde Tokio a Sendai. El testigo lo llevó el atleta y periodista coriano Eduardo Fernández-Agüera, que recorrió así el Japón tradicional en una iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Coria del Río con la colaboración del Real Betis Balompié, las embajadas de ambos países y Mitsubishi en España.
La prefectura de Miyagi vivió un emotivo final de carrera al depositar flores en el monumento en memoria de quienes sufrieron el desastre natural. Allí estaba el equipo del Tohoku Crossing, al completo: Fernández-Agüera, el catedrático de Geografía y vicepresidente ejecutivo de la asociación Hasekura Tsunenaga, Juan Manuel Suárez Japón, y el responsable de Asuntos de Japón en el Ayuntamiento coriano, Fernando Platero.
Lejos quedaba el arranque de la experiencia, el pasado día 5 de noviembre en el Parque Imperial de Tokio. A partir de ahí, la región de Tohoku fue testigo de una “aventura en tierras japonesas” que llevó la solidaridad del pueblo coriano a sus “hermanos” nipones. Cabe recordar que en la localidad sevillana existen más de 700 personas que poseen el apellido Japón. Son descendientes de aquella Expedición Keicho que partiera hasta Europa en 1614.
Para afianzar esta alianza, el recorrido solidario Tohoku Crossing ha aunado cultura y deporte. Con un recorrido por etapas, el Japón tradicional ha sido testigo de una travesía de nueve días y 300 kilómetros por tres prefecturas: Fukushima, Iwate y Miyagi. La expedición coriana ha llevado de este modo dos mensajes al pueblo japonés, de homenaje a las víctimas y para dar a conocer las relaciones culturales existentes en el país nipón y Coria del Río.
“La jornada de ayer fue muy emotiva”. Eduardo Fernández-Agüera refiere la etapa que discurrió “íntegramente” en Ishinomaki, localidad costera fuertemente castigada por el tsunami. El punto de partida se determinó por esto en un monumento en memoria de las víctimas, en la zona devastada. Un memorial que fue levantado “por uno de los afectados, el señor Kurosawa, en la misma parcela donde él tenía una tienda de sanitarios de la que hoy sólo quedan los canales de desagüe”, cuenta desde Japón el atleta y periodista.
En ese mismo lugar, se levanta un poste con una placa a la altura exacta de 6,9 metros. Hasta ahí llegó entonces el agua, el envite del mar y la naturaleza. Fue el final de la penúltima etapa, que acabó en el museo San Juan Bautista donde hay une réplica del barco homónimo que hizo posible la gesta de la Embajada Keicho. La expedición coriana encontró aquí al “señor Tsunetaka, descendiente directo de Hasekura Tsunenaga”.
En cada etapa, los miembros del equipo Tohoku Crossing fueron recibidos por las autoridades niponas locales. Una muestra de la importancia y la relevancia que el proyecto ha adquirido en Japón, con numerosas coberturas informativas en medios de comunicación.
La bahía de Matsushima, “uno de los lugares más hermosos de Japón”, acogió otra de las travesías, “como siempre, por carreteras secundarias y caminos rurales, por el Japón interior, el menos conocido, fuera de los círculos turísticos más populares”. La cosmopolita Sendai, principal ciudad de la región de Tohoku con un millón de habitantes, esperaba con los brazos abiertos al atleta y periodista coriano. En las inmediaciones de Aobayama Park, aparecía ante Fernández-Agüera el monumento dedicado a Hasekura Tsunenaga.
Era el final de una apasionante experiencia deportiva y cultural por el noreste de Japón. Antes, fueron testigos el templo budista de Chusonji, en las montañas de la prefectura de Fukushima, escenario y punto de partida de la sexta etapa que finalizó en la localidad de Oshu. La ciudad de Koriyama, justo en la previa, o una carrera desde Shirakawa al templo budista de Zuiganji. Recuerdos de Morioka y Shiwa, dos ciudades como las anteriores de la prefectura de Iwate, y también de la bahía de Ishinomaki en la prefectura de Miyagi. Son partes de un mismo objetivo, el Tohoku Crossing, que resume una frase compartida: “ha sido una experiencia inolvidable”.
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Lejos quedaba el arranque de la experiencia, el pasado día 5 de noviembre en el Parque Imperial de Tokio. A partir de ahí, la región de Tohoku fue testigo de una “aventura en tierras japonesas” que llevó la solidaridad del pueblo coriano a sus “hermanos” nipones. Cabe recordar que en la localidad sevillana existen más de 700 personas que poseen el apellido Japón. Son descendientes de aquella Expedición Keicho que partiera hasta Europa en 1614.
Para afianzar esta alianza, el recorrido solidario Tohoku Crossing ha aunado cultura y deporte. Con un recorrido por etapas, el Japón tradicional ha sido testigo de una travesía de nueve días y 300 kilómetros por tres prefecturas: Fukushima, Iwate y Miyagi. La expedición coriana ha llevado de este modo dos mensajes al pueblo japonés, de homenaje a las víctimas y para dar a conocer las relaciones culturales existentes en el país nipón y Coria del Río.
“La jornada de ayer fue muy emotiva”. Eduardo Fernández-Agüera refiere la etapa que discurrió “íntegramente” en Ishinomaki, localidad costera fuertemente castigada por el tsunami. El punto de partida se determinó por esto en un monumento en memoria de las víctimas, en la zona devastada. Un memorial que fue levantado “por uno de los afectados, el señor Kurosawa, en la misma parcela donde él tenía una tienda de sanitarios de la que hoy sólo quedan los canales de desagüe”, cuenta desde Japón el atleta y periodista.
En ese mismo lugar, se levanta un poste con una placa a la altura exacta de 6,9 metros. Hasta ahí llegó entonces el agua, el envite del mar y la naturaleza. Fue el final de la penúltima etapa, que acabó en el museo San Juan Bautista donde hay une réplica del barco homónimo que hizo posible la gesta de la Embajada Keicho. La expedición coriana encontró aquí al “señor Tsunetaka, descendiente directo de Hasekura Tsunenaga”.
En cada etapa, los miembros del equipo Tohoku Crossing fueron recibidos por las autoridades niponas locales. Una muestra de la importancia y la relevancia que el proyecto ha adquirido en Japón, con numerosas coberturas informativas en medios de comunicación.
La bahía de Matsushima, “uno de los lugares más hermosos de Japón”, acogió otra de las travesías, “como siempre, por carreteras secundarias y caminos rurales, por el Japón interior, el menos conocido, fuera de los círculos turísticos más populares”. La cosmopolita Sendai, principal ciudad de la región de Tohoku con un millón de habitantes, esperaba con los brazos abiertos al atleta y periodista coriano. En las inmediaciones de Aobayama Park, aparecía ante Fernández-Agüera el monumento dedicado a Hasekura Tsunenaga.
Era el final de una apasionante experiencia deportiva y cultural por el noreste de Japón. Antes, fueron testigos el templo budista de Chusonji, en las montañas de la prefectura de Fukushima, escenario y punto de partida de la sexta etapa que finalizó en la localidad de Oshu. La ciudad de Koriyama, justo en la previa, o una carrera desde Shirakawa al templo budista de Zuiganji. Recuerdos de Morioka y Shiwa, dos ciudades como las anteriores de la prefectura de Iwate, y también de la bahía de Ishinomaki en la prefectura de Miyagi. Son partes de un mismo objetivo, el Tohoku Crossing, que resume una frase compartida: “ha sido una experiencia inolvidable”.
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