viernes, 30 de enero de 2015

Entrega del Premio de la Fundación Alberto Jiménez Becerril a Daniel Portero, hijo del fiscal de Granada asesinado por ETA en el 2000

Este viernes se ha celebrado en el salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla la entrega del premio de la Fundación Alberto Jiménez Becerril contra el terrorismo. El acto ha estado presidido por el alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, y ha estado presente la eurodiputada María Teresa Jiménez Becerril, hermana de Alberto y presidenta de la Fundación Jiménez Becerril. El premio contra el terrorismo lo ha recibido este año "Dignida y Justicia", que preside Daniel Portero de la Torre, hijo del fiscal de Granada asesinado por ETA en el 2000.

PALABRAS DEL ALCALDE EN EL ACTO DE ENTREGA DEL PREMIO
El alcalde comenzó felicitando a Daniel Portero de la Torre, presidente de la Asociación Dignidad y Justicia por el merecido reconocimiento a su constancia por su lucha incansable, por su espíritu de superación.
Porque a Daniel, hijo de una víctima, nadie le tiene que explicar lo que se siente. Él supo reconducir su dolor para convertirlo en algo útil, para ayudar a quienes como él han visto truncadas sus vidas de una forma tan absurda e inexplicable.
Hace diecisiete años fueron Alberto y Ascen, la trágica ruleta rusa de ETA puso sus ojos en Sevilla. En pleno Centro de Sevilla, a dos pasos de la Giralda y curiosamente el día en el que cientos de miles de niños españoles celebraban, como hoy, la jornada del día de la Paz.
Dos tiros en la nuca, cobardes y asesinos segaron dos jóvenes vidas y dejaron tres huérfanos. Esta vez fueron Alberto y Ascen antes; Miguel Ángel, Gregorio, Pedro, José Antonio, Francisco, Juan Ignacio…y así cientos, miles de víctimas de todas las edades en esta guerra sucia.
También ahora, como hace diecisiete años se aproxima un pleno extraordinario de presupuestos. Pues Alberto dejó listos los presupuestos del 98. Menudo era para dejar algo a medias. Apenas hacía unos días había terminado de cuadrar el complicado puzzle de la hacienda municipal para presentarlo triunfante, como le gustaba hacer. El más pulcro, meticuloso, verborreico, grandullón, presumido y avispado de los concejales de Soledad Becerril contaba los días para presentar el documento. Era conocido por su eficacia y por tener respuesta para todo.
Pero sus verdugos no los asesinaron por lo que representaban políticamente sino por lo que eran realmente: ciudadanos pacíficos, padres ejemplares y personas maravillosas. Imprescindibles. Por eso les eligieron.
Alberto, Ascen y los niños eran todos una misma cosa, todos juntos en la cabalgata, en la cofradía, en la puerta del Ayuntamiento, esa era su estampa.
Y seguro que los etarras tienen madre, hijos, esposas, esposos, hermanos y hasta son capaces, seguro de besar a sus niños pequeños al despertar por la mañana, es posible que les cuenten historias de hadas y de gnomos, y que les prometan coches si se portan bien, o les riñan si les traen notas por mala conducta en el colegio. Seguro que es así, porque lo dicen quienes los conocen. Pero cuesta creerlo.
ETA iguala a todas las víctimas en su inocencia. Alberto y Ascensión serán siempre las víctimas del ciego y absurdo terrorismo. Aunque sólo sea porque sus muertes tienen rostro antes de que las televisiones y los periódicos las mostraran.
La ciudad de Sevilla amanecía al día siguiente teñida con la sangre de un hombre que le dedicó la mayor parte de su vida, con la de su mujer, las lágrimas de sus hijos, el desgarro de sus amigos y el de los compañeros de todos los partidos políticos. Incluso de los que no tienen partido, de toda Sevilla porque Sevilla aunque es conocida como la ciudad de la Luz, aquel día amaneció como si fuera de noche.
Los terroristas, los asesinos, saben desde entonces que no tienen enfrente sólo a los concejales de Partido Popular, porque ese día todos los concejales de este Ayuntamiento se convirtieron en concejales del Partido Popular.
Y todo fue muy distinto desde entonces, porque jamás se podrá olvidar a Alberto y Ascención, porque algo se nos murió a todos con ellos, algo se le murió a Sevilla.
Pero como en esta ciudad toda plaza es patio, el duelo frente al Ayuntamiento de aquellos días parecía que era cosa familiar. Por eso las lágrimas de la Alcaldesa Soledad Becerril no salieron de casa, aunque las viéramos por esa ventana del mundo que resulta la televisión. No había en su mirada un rastro de odio, ira, ansias de venganza; tenía el rostro apacible, sereno, apenas sumido en la incomprensión de la injusticia: la amargura, el dolor, la solidaridad fluían como una tormentera por sus ojos.
Era un Espejo de lo que España entera estaba sintiendo al presenciar con un nudo en la garganta, las ceremonias fúnebres por un hombre y una mujer fieles a su compromiso con la sociedad e indefensos.
Morir es amargo, pero morir por nada es doblemente amargo. Morir por nada es como morirse doblemente. Morir del tiempo, del corazón o del tabaco es amargo…pero es, de algún modo necesario. Morir de muerte artificial es como morir por equivocación, como si tu muerte fuera una muerte errónea.
Alberto y Ascen, murieron de muerte artificial; murieron de una pistola equivocada, accionada por un dedo equivocado de una mano equivocada, que recibió la orden de un cerebro equivocado, encajado en el cuerpo de un hombre equivocado, que militaba en una organización equivocada . Una organización que confunde la paz con la guerra, la libertad con la tiranía, el siglo XX con el siglo XIII, la historia con la mitología y las ideas con los gatillos. Un gatillo puede ser muchas cosas…pero jamás será una idea.
Gracias a; Pilar Cernuda, Benito Fernández, Víctor Márquez Reviriego, Antonio Avendaño, Teresa López Pavón, Javier Rubio, Fernando Iwaski, Soledad Becerril, Alejandro Rojas Marcos, José María Romero Calero y Luis Pizzaro. Gracias a todos ellos por prestarme sus palabras, son parte de todo lo que se dijo y se publicó hace 15 años.
Ellos me han prestado sus letras para hacer un viaje en mi memoria, para trasladarme a un día que nunca olvidaré, para recordar hoy aquí, con ustedes a mis compañeros, a estos sevillanos que no murieron del todo. Porque Alberto y Ascen aún viven en nuestros corazones y su memoria perdurará para siempre en la ciudad que ellos tanto amaron.

MISA Y OFRENDA FLORAL EN LA CALLE DON REMONDO
Tras la misa celebrada en la Catedral de Sevilla y en la calle Don Remondo, lugar del atentado terrorista, tuvo una ofrenda floral junto a la placa que fue colocada en recuerdo y en homenaje a Alberto Jiménez Becerril, y su esposa, Ascensión García Ortíz. Estuvieron presentes en este acto el ministro de Justicia, Rafael Catalá; la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril; la delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo; el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido; la presidenta de la Fundación Jiménez Becerril, la eurodiputada María Teresa Jiménez Becerril, y otras representaciones y familiares del matrimonio que hace ahora 17 años -- 30 de enero de 1998--, fue asesinado por ETA en esta céntrica calle de Sevilla.
Con posterioridad se ha celebrado un acto en homenaje a las víctimas en un hotel de nuestra ciudad en el que han participado el ministro de Justicia, Rafael Catalá; el presidente del PP-A, Juan Manuel Moreno, y el presidente del PP de Sevilla, Juan Bueno. 

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