viernes, 27 de febrero de 2009

AL DÍA.- Cabezas cortadas.

Es curioso, en tiempos modernos de reflexión y penitencia, en Sevilla se quieren cortar cabezas. Cuando es época de ayuno y abstinencia para buscar un sitio íntimo y darse unos cuantos latigazos que provoquen en nuestro cuerpo los estigmas de la pasión que vivimos por dentro –y por fuera--, seguimos queriendo turrón y ver las cabezas servidas en las bandejas como en los tiempos del loco Nerón.

Con todo el mamotreto que se ha podido crear con el affaire de las facturas falsas del Distrito Macarena –aaaay--, se quieren cargar de bote pronto a Sánchez Monteseirín y de paso a Torrijos, para que entre en el lote por el mismo precio. José María del Nido, que ha sido abogado de uno de los gachupinos que cargarán con las culpas de las malas artes del mangoneo, le dio tiempo de arengar a su equipo para ir a morir ante los leones de San Mamés, pero no supo evitar que su cliente se pudiera zafar de las duras fieras mediáticas. Así que Del Nido, 0; Jurado Popular, 10. Otra goleada. Partido, que como cuando se fundaron los dos primeros clubes de la ciudad, es decir, el Sevilla y el Betis, se jugó precisamente en el Prado de San Sebastián, donde ahora está la Audiencia, con permiso de Los Gordales, en cuyo lugar irá en un futuro la Ciudad de la Justicia.

Cabeza por aquí a ritmo de Macarena –aaaay—y cabeza por acullá a sones de Cantinero de Cuba. ¡Anda, malage, pon unas sevillanas! Es que esta Sevilla tiene bemoles y parasoles. Y en todo este torbellino político- sandunguero-machacante-aternillante nos quieren hacer el trile de la nueva simbología de la ciudad con la torre Pelli y la Giralda. Afortunadamente, la calle Sierpes la tiene muy bien cuidá el Roldán de Ruiz y el Martián de la cerámica tradicional. En esta serpentina vía han desaparecido los engañabobos que escondían la maldita bolita.

A ellos dos, a Ruiz y Martián, Sierpes pura y tradicional, se ha unido ahora, en la esquina con Plaza de San Francisco y con el símbolo de verdad, el auténtico de Sevilla, el maestro Juan Robles, que tal como está de lanzado es capaz de llevar los veladores hasta la Puerta del Perdón.

Ahí. Ahí te quiero ver carnes mías. A esa puerta iban antes todos lo que querían salvarse de la quema. Y eso que en Sevilla desapareció una tradición de siglos, como era la quema del Judas. Acción y efecto que se celebraba delante del Consistorio Municipal. Y es que eran muchos los que se vendían por cuatro monedas.
FERNANDO GELÁN

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