Tela del telón. En el escenario del Ramón Sánchez Pizjuán se enfrentaron el Sevilla Fútbol Club y el Fútbol Club Barcelona en la jornada séptima de la Liga Nacional. Dos ideas muy diferentes de juego son las que realizan ambos equipos con esa pelota que va y viene. Pero en este séptimo encuentro de la Liga BBVA, el club de la Giralda tenía totalmente marcadas sus ambiciones. Era muy fuerte el compromiso de los hombres de Emery. Se jugaba mucho el cuadro blanco ante la escuadra que presentó Luis Enrique en el viejo Nervión. El Sevilla luchó como un titán. El técnico vasco puso a sus mejores peones porque tiene una larga lista de lesionados. El llorón de preparador del Barcelona tampoco pudo contar con Messi e Iniesta, que están en el dique seco. Pero las dos escuadras son de armas tomar. El Sevilla tenía que dar un buen golpetazo para romper la mala racha y mandar y templar sobre la yerba del Pizjuán como si Morante de la Puebla cogiera el toro por los cuernos para salir victorioso por la Puerta del Príncipe. Y así fue. Cortó orejas y rabo y salió por la Puerta Grande entre las ovaciones de la gran afición blanca. Magistral lección de fútbol del equipo de Emery ante un Barcelona que dio su guerra, pero que fue controlado y maniatado por un espléndido Sevilla, que se movió con fe, con ideas, con dominio y con remate letal. Si en el primer tiempo hubo cierto equilibrio de fuerzas, pero con mayor intensidad blanca, los primeros veinte minutos del segundo tiempo de la escuadra de Nervión fueron tremendamente espectaculares. Superó en todas las líneas al Barcelona de Luis Enrique. Empequeñecidos los azulgranas, el mando tuvo siempre color blanco, marcando, además, dos goles de bandera, el primero obra de Krohn- Dehli, y el segundo de Iborra. Acortó distancias en el marcador el Barcelona de penalti, pero el Sevilla ya había realizado el daño preciso para mantener la merecida victoria. El equipo de Emery se comió a los azulgranas y los seguidores blancos abandonaron el estadio de Nervión al son de sonoras sevillanas.
El Sevilla, al mando del coriano Manolo Cardo, que sustituyó a Miguel Muñoz hace 33 años, quedó clasificado en aquella temporada de 1982-83 en quinto lugar, a solo dos puntos del F.C. Barcelona. En la plantilla del cuadro de Nervión en aquella época estaban recordados jugadores como Paco, Buyo, Nimo, Serna, Álvarez, Maraver, Francisco, Curro, Blanco, Diosdado, Montero, Juan Carlos, Pintinho, López, Magdaleno Santi o Rivas… En buena clasificación que el Sevilla logró en la Liga de aquel año le dio la opción de jugar nuevamente la Copa de la UEFA. En este torneo de la regularidad el equipo dirigido por Cardo logró 15 victorias y doce empates, perdiendo únicamente siete encuentros. Marcó 44 goles y encajó 37. Antes del comienzo de esta temporada, en junio de 1982, se celebró en España el Campeonato Mundial de Fútbol y el estadio Ramón Sánchez Pizjuan fue una de las sedes principales del torneo. La mascota de este evento deportivo fue el célebre “Naranjito”. La gran novedad que hubo en el coliseo sevillista fue la inauguración del gran mural que adorna la entrada principal del estadio y que fue realizado por Santiago del Campo.
Emery estudió bien y a fondo la forma de afrontar este trepidante duelo frente al Barcelona para mover bien los hilos y ganar la partida. Desde el primer minuto de juego, el Sevilla jugó con enorme disciplina para poder superar a los hombres de Luis Enrique porque se sabe que siempre te arman un lío sin darte apenas cuenta. Pero a los dos minutos del primer tiempo era Iborra quien buscó las primeras acciones de peligro en el área azulgrana. Poco tiempo después, a los diez minutos de juego, fue Gameiro quien intentó sorprender a Carlos Bravo. El Barcelona quiso responder a todos los fuertes intentos locales, pero el Sevilla siguió manteniéndose muy firme para controlar el juego y achicar a los azulgranas. Krychowiac, primero, y luego, Andreolli, en su fuerte afán de cortar las acciones a la contra del Barcelona, vieron la tarjeta amarilla. En este primer periodo, el cuadro catalán tuvo una ocasión de gol, a los 23 minutos, cuando un balón lanzado por Neymar dio en el palo y se paseó por la línea de gol sin que hubiera un rematador. Pocos minutos después fue Luis Suárez quien no supo resolver una jugada ante Sergio Rico. Pero el Sevilla no se achicó nunca y se mantuvo vivo, reaccionando con un fútbol rápido y desbordante. Creó muchas ocasiones de gol en el área visitante, aunque sin suerte en los remates. Vitolo, Gameiro e Iborra, con el apoyo de Krohn-Dheli, derribaron muchas veces la muralla defensiva de los azulgranas, provocando las dudas de Piqué y compañía.
En la segunda parte, el Sevilla sorprendió aún más a un Barcelona que no sabía cómo plantear las adecuadas respuestas. Los blancos de Emery, durante los primeros veinte minutos de este segundo periodo, fueron audaces, positivos y letales. Ofrecieron ante todo un supercampeón una magistral lección de fútbol de arte puro. A los 51 minutos de juego, en jugada precisa y preciosa de Vitolo, llegó un perfecto pase de Gameiro a Krohn-Dehli. Cuando el jugador danés recibió el balón lo mandó perfectamente al sitio más adecuado para batir a Carlos Bravo. Era el 1-0 y los aficionados sevillistas saltaban de alegría en las gradas del Pizjuán. El equipo de Nervión estaba en la cima y tenía que aprovechar el duro golpe que le estaba dando al Barcelona. Y el cuadro de Nervión se creció más y más para avasallar a sus rivales. Sufría el cuadro catalán con la velocidad de los blancos, su presión y su gran control. El trabajo del Sevilla, que se anticipaba y ganaba todos los duelos, se impuso en todo momento. Y fruto de esta mejor marcha llegó el segundo gol --minuto 57--, con intervención de Krhon-Dehli y remate de cabeza de Iborra. 2-0 y el Sevilla superaba al Barcelona en todas las líneas. Los hombres de Luis Enrique buscaron a la desesperada una reacción con el fin de poder superar todo cuanto había conquistado el cuadro de Nervión. Pero en la recta final, surgió la figura de Sergio Rico, que hizo paradas importantes cuando el Barcelona llegó con algún peligro y remate al área sevillista. En los minutos finales, Emery cambio a Iborra por Reyes y a Gameiro por Llorente, para refrescar al equipo. En esa recta final, en el minuto 73, llegó el gol del Barcelona, de penalti, marcado por Neymar. Había disparado Sandro al portal de Sergio Rico dentro del área, y el balón dio en el brazo derecho de Tremoulinas. La acción del defensa sevillista fue totalmente involuntaria, pero el juez de la contienda, Gil Manzano, señaló el punto blanco de los once metros. El brasileño lanzó el máximo castigo y acortó distancias. Sin embargo, el Sevilla no se descompuso en ningún momento. Los azulgranas apretaron el acelerador para, al menos, lograr el gol del empate. Lo tuvo Sandro en el minuto 89, pero el balón dio en la madera. En esta recta final, Tremoulinas tuvo que salir en camilla del campo. Aunque regresó al terreno de juego fue finalmente sustituido por Mariano. El Sevilla, hasta la pitada final --con cuatro minutos de descuento--, se defendió siempre con mucho orden y supo mantener de forma muy brillante esta justa victoria. Emery, al final del encuentro, no podía ocultar su enorme alegría por este gran triunfo. Era la primera vez que lograba ganar al Barcelona desde que ejerce como entrenador. Son tres puntos de muchos quilates para el club de Nervión. Señores: Este es el gran Sevilla. (Foto: LFP).
FERNANDO GELÁN
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