Tal y como ha explicado el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, “acoger esta muestra nos da así la oportunidad de disfrutar, de celebrar y también de dar a conocer el gran talento de esta docena de creadores andaluces, nacidos todos ellos a partir de la década de los 80… Artistas con una gran calidad, una gran proyección y mucho que decir sobre alguno de los grandes temas que nos afectan como sociedad”.Pulido continuaba puntualizando: “Asuntos como los retos, las oportunidades y también las dificultades que plantea un mundo como el actual, como el sentimiento de desarraigo de muchos de los que tienen que dejar su tierra para buscar nuevas oportunidades más allá de nuestras fronteras, la dificultad de acceder a una vivienda… En definitiva, la necesidad legítima de todas las personas de contar con un espacio propio, con un refugio íntimo en el que vivir y desarrollarse. Esta idea es la que está detrás del sugerente título de esta muestra, ‘Un lugar en el mundo’. Un debate, sin duda, complejo, profundo y muy interesante que cada creador ha abordado desde diferentes disciplinas artísticas.
La muestra, comisariada por Mariana Hormaechea, recoge fotografías, vídeos e instalaciones de diez artistas andaluces nacidos a partir de los ochenta como son David Escalona, Sonia Espigares, Fuentesal & Arenillas, Lola Guerrera, Cristina Mejías, Miguel Ángel Moreno Carretero, Alba Moreno & Eva Grau, Mercedes Pimiento, Óscar Romero y Beatriz Ros.
Según Hormaechea, frente al desamparo que rodea al individuo en la sociedad contemporánea la casa no sólo alberga un lugar de reposo sino también de seguridad, de confianza aunque al mismo tiempo de fragilidad. La casa llega a ser por ende nuestro cobijo, nuestra morada, nuestro refugio, nuestro primer universo, es realmente un cosmos. La casa-refugio entendida como lugar de repliegue y en ocasiones como fortaleza o muralla frente al exterior potencia la necesidad contemporánea de poseer, usar y habitar una vivienda propia, objetivo que responde al consumismo en el que estamos inmersos. Un anhelo éste que se vuelve doliente por las consecuencias que devienen de las estrategias del mercado y del golpe que supuso en nuestro país el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en la época del boom.
En palabras de la comisaria: “Podemos decir que la crisis económica global y particularmente la nacional, desencadenada, entre otros, por los motivos ya mencionados, es responsable de que los españoles ahora vuelvan a ser emigrantes: el desempleo juvenil en estos momentos ronda el cincuenta por ciento y si no fuera por la fuerte emigración de la juventud que se ha producido durante los últimos años la tasa de paro arrojaría cifras aún más altas. La crisis ha convertido lo que en épocas de bonanza era una oportunidad para formarse o trabajar en el extranjero en una obligación, siendo el viaje un refugio ‘temporal’ para los españoles y también para algunos agentes del paradigma cultural de nuestro país. Podríamos decir que la imagen del artista viajero de hoy no es tan positiva como la que se desprendía allá por el 2000 con la exaltación de la diáspora, cuando explosionaban las ideas (y fantasías) igualitarias de facilidad en los tránsitos y en la movilidad sin límites, junto a la ‘bondad’ de la globalización, ya que hoy, a diferencia de aquellos tiempos, el artista encuentra en el viaje un refugio como concha protectora, caparazón, nido, rincón, crisálida, escondite -casi una prolongación del seno materno u origen- en donde también tienen lugar la fragilidad, el terror y la soledad del migrante”.
El artista como sujeto contemporáneo en un mundo despersonalizado como el nuestro experimenta la sensación de desorientación de sí mismo como unidad perdida entre el ser y el mundo. A través del arte como experiencia estética éste podría buscar la manera de construir otros universos para habitar refugios íntimos y frágiles como protección de otros mundos más oscuros; lugares donde replegarse en sí mismo y hallar sosiego”. (Fuente: FCS).
La muestra, comisariada por Mariana Hormaechea, recoge fotografías, vídeos e instalaciones de diez artistas andaluces nacidos a partir de los ochenta como son David Escalona, Sonia Espigares, Fuentesal & Arenillas, Lola Guerrera, Cristina Mejías, Miguel Ángel Moreno Carretero, Alba Moreno & Eva Grau, Mercedes Pimiento, Óscar Romero y Beatriz Ros.
Según Hormaechea, frente al desamparo que rodea al individuo en la sociedad contemporánea la casa no sólo alberga un lugar de reposo sino también de seguridad, de confianza aunque al mismo tiempo de fragilidad. La casa llega a ser por ende nuestro cobijo, nuestra morada, nuestro refugio, nuestro primer universo, es realmente un cosmos. La casa-refugio entendida como lugar de repliegue y en ocasiones como fortaleza o muralla frente al exterior potencia la necesidad contemporánea de poseer, usar y habitar una vivienda propia, objetivo que responde al consumismo en el que estamos inmersos. Un anhelo éste que se vuelve doliente por las consecuencias que devienen de las estrategias del mercado y del golpe que supuso en nuestro país el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en la época del boom.
En palabras de la comisaria: “Podemos decir que la crisis económica global y particularmente la nacional, desencadenada, entre otros, por los motivos ya mencionados, es responsable de que los españoles ahora vuelvan a ser emigrantes: el desempleo juvenil en estos momentos ronda el cincuenta por ciento y si no fuera por la fuerte emigración de la juventud que se ha producido durante los últimos años la tasa de paro arrojaría cifras aún más altas. La crisis ha convertido lo que en épocas de bonanza era una oportunidad para formarse o trabajar en el extranjero en una obligación, siendo el viaje un refugio ‘temporal’ para los españoles y también para algunos agentes del paradigma cultural de nuestro país. Podríamos decir que la imagen del artista viajero de hoy no es tan positiva como la que se desprendía allá por el 2000 con la exaltación de la diáspora, cuando explosionaban las ideas (y fantasías) igualitarias de facilidad en los tránsitos y en la movilidad sin límites, junto a la ‘bondad’ de la globalización, ya que hoy, a diferencia de aquellos tiempos, el artista encuentra en el viaje un refugio como concha protectora, caparazón, nido, rincón, crisálida, escondite -casi una prolongación del seno materno u origen- en donde también tienen lugar la fragilidad, el terror y la soledad del migrante”.
El artista como sujeto contemporáneo en un mundo despersonalizado como el nuestro experimenta la sensación de desorientación de sí mismo como unidad perdida entre el ser y el mundo. A través del arte como experiencia estética éste podría buscar la manera de construir otros universos para habitar refugios íntimos y frágiles como protección de otros mundos más oscuros; lugares donde replegarse en sí mismo y hallar sosiego”. (Fuente: FCS).
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