FÚTBOL.- Real Madrid-Sevilla: la diferencia estuvo en la calidad técnica y en la fe en la victoria de los locales
Real Madrid, 3; Sevilla F.C., 2.-
Dos equipos, dos estilos, dos formas de hacer fútbol para dos aficiones de dos ciudades españolas muy diferentes, pero con unos fines muy definidos y concretos. Real Madrid, con todos los galácticos --con 108 años de historia en este partido--, se jugaba y se juega más que el Sevilla –también más que centenario--, en esta Liga de las Estrellas. Los “merengues” del Bernabéu quieren, a toda costa, superar al Barcelona de Pep Guardiola, caiga quien caiga.
El Sevilla tiene más cortas las distancias. José María del Nido, como el mismo Jiménez, se conforman con quedar los terceros en la tabla de clasificación. Pero mientras que el Real Madrid ha ido superándose semana tras semana en el torneo de la regularidad y pisa los talones al club de Laporta, el Sevilla ha ido dando muchos tumbos, especialmente en Nervión, donde ha dado más arena que cal, esa cal blanca que enriquece y embellece todas las fachadas de los pueblos blancos, blanquísimos. Y la misma imagen del Sevilla.
Si el equipo que prepara Jiménez no hubiera perdido tantos puntos en casa, en el Sánchez Pizjuán, aunque se diga que esto es el pan nuestro de cada día en fútbol, los blancos del Sánchez Pizjuán y del radical Del Nido estaríamos ahora hablando de ser campeones de Liga, luchando frente al Barcelona y Madrid por el título y no estar llorando como una Magdalena en tiempos de Cuaresma por ese tercer puesto, para el que tiene bastante más opción el Valencia en estos momentos.
Real Madrid-Sevilla, en esta segunda vuelta de la Liga, se presentaba como partido de infarto. No cabe la menor duda de que la inversión hecha por el club de Florentino Pérez ha de dar más rienda suelta al cuadro del barrio de Chamartín. Sobre todo, por las sombras y las luces del Sevilla de Jiménez, que tiene, como se sabe, un equipo que puede destaparse o se puede hundir, pues no ha seguido en este torneo una línea de regularidad.
Así pues, espadas en alto para este duro choque entre madridistas y sevillistas. En el Sevilla todo no es la velocidad y la picardía de Navas o el remate letal de Kanouté. Los partidos los gana siempre el conjunto. La entrega, la casta, la raza y el espíritu de lucha que pone todo el colectivo y no sólo algunas individualidades. Hace tiempo que Palop –Sanpalop--, está salvando los muebles a Jiménez y a Del Nido, porque el cuadro nervionense está falto de hombres que hagan fútbol en el centro del campo.
Frente a hombres de la calidad de Xabi Alonso, Diarrá, Lass o Guti, el Sevilla, para ese centro del campo, para armar y controlar el juego, no dispone desgraciadamente de jugadores de la misma talla, pese al esfuerzo que pongan todos aquellos que alinee el hombre de Arahal. Y en este centro del campo –y eso lo sabe el técnico del Sevilla--, está la madre del cordero. Así, pues, tras la moneda al aire, Real Madrid y Sevilla se pusieron a correr sobre la yerba del Bernabéu. Y eso que el popular jugador del Betis, Rogelio, hizo famosa aquella frase lapidaria de que “correr es de cobarde”.
La fortuna se alió con un Sevilla que sorprendió y que puso la nerviosera en el campo madridista. Los hombres de Jiménez, sin hacer un juego prodigioso ni continuado, se encontró con un gol, marcado en propia meta por Xabi Alonso, que presionado por Negredo envió el cuero hacia las redes de Casillas.
Se encontraba el cuadro de Nervión con este tremendo zarpazo, que no supieron aprovechar los sevillistas para mantenerse sereno y seguir presionando con ritmo a los “merengues”. Pero tras esos titubeos del Madrid, se soltó la melena y fue Palop quien evitó una serie de remates de gol de Cristiano Ronaldo, que veía de forma desesperada como el guardameta valenciano atrapaba todo cuanto llegaba a sus dominios.
Pero el Real Madrid ya no era el de los primeros minutos, sino que armaba un fútbol muy letal, frente a los excesivos desequilibrios del Sevilla, en esta ocasión vestidos de rojo, que no supo nadar y guardar la ropa. A Jiménez no le salió la fórmula mágica de jugar por los extremos, porque ni Navas ni Capel respondieron a las expectativas. Los dos jugadores quedaron inéditos sobre la yerba madridista.
Sin embargo, a poco de comenzar la segunda parte, una falta lanzada desde lejos por el defensa Drago se coló inesperadamente en la meta de un despistado Casillas, que no supo cómo impedir, tras un extraño bote del balón, que este besara las redes locales. Otro gol del Sevilla. Otro zarpazo en el Bernabéu. El Madrid no se explicaba lo que de verdad estaba ocurriendo sobre la yerba.
Pero aquí acabó el Sevilla. Se diluyó queriendo, pero sin poder, mantener este rotundo marcador, pues el Real Madrid sacó sus alas y empezó a volar sobre las cabezas de los aturdidos sevillistas. Por dos veces el cuadro de Chamartín mandó dos tiros a la madera. La salida de Guti reforzó todo el dominio madridista y el Madrid fue un equipo incontrolable, difícil de detener, con un ritmo trepidante e incontenible.
Fue Sergio Ramos el extremo vital para la reacción local, porque además de marcar la igualada a dos, estuvo a punto de redondear la noche tras un servicio de Ronaldo. El Sevilla no podía más con el ritmo y el fútbol electrizante del Madrid. Era una máquina imparable. Y llegó, por merecimientos, la remontada. No supo Jiménez, pese a los cambios, parar la velocidad, el juego y el talante dominante de los merengues. La “prueba” de Kanouté no dio resultado. Todos los intentos del Sevilla para poner solidez se derrumbaron ante un implacable Madrid que fue justo vencedor para ponerse ya como líder de la Gran División de las Estrellas. Curiosamente tuvo más fe el Real Madrid en lograr la victoria que el Sevilla en mantener sus dos goles de ventaja e incluso ese empate a dos que le duró hasta los minutos de descuento.
Resignación en el Sevilla --Jiménez reconoció el poderío de los madridistas--, y locura y fiesta grande para el equipo y para los jubilosos seguidores del equipo del Bernabéu. Hubo mucha raza y mucha casta en el Madrid, que estuvo apabullante, frente a cierta indolencia sevillista. La tercera posición que quiere Jiménez y Del Nido queda ahora algo más lejos. Siempre le queda al Sevilla la final de la Copa del Rey y el sombrero-amuleto del presidente.
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