martes, 25 de noviembre de 2008

PUERTA DE PALOS: Zamarreón cofradiero

Recuerdo que estando como periodista en ABC de Sevilla, y como responsable de la sección de Cofradías, entrevisté al abogado Manuel Toro Martínez –Museo si o si--, tras haber sido elegido pregonero de la Semana Santa de Sevilla.
Presidía el Consejo José Sánchez Dubé y los consejeros se reunían en casa del doctor Francisco Navarro. Allí, tras las deliberaciones, tenía lugar el parto o alumbramiento. Todo quedaba, debates o discrepancias, entre los muros interiores del domicilio del prestigioso cofrade de Pasión.
Recuerdo que cuando le pregunté a Manolo Toro dónde podía estar la “garra” del contenido de su exaltación, muy serio me dijo: “Quiero dar un buen zamarreón a los cofrades”.
Ya hubo ligeros cambios en la etapa de José Carlos Campos Camacho en la presidencia del organismo de San Gregorio. Cuando fue designado pregonero el profesor Morales Padrón, el ilustre historiador canario tenía ya asegurada su participación en el Pregón de la Semana Mayor sevillana de aquel año.
Un día antes del nombramiento oficial le llamé por teléfono y me ratificó, sin ocultación, las noticias que yo tenía sobre su designación como pregonero.
Campos Camacho y Morales Padrón, el rumor estaba en la calle, habían llegado a un acuerdo para esta anual Exaltación de la Semana Santa según Sevilla.
Ahora está la cera que arde. Las paredes de la casa del Consejo de la calle San Gregorio son de cristal o de papel de fumar. En la calle, y sobre por los periodistas enchufados a determinados consejeros, se estera uno de todo lo bueno y lo malo que se cuece en el organismo que agrupa a las hermandades. Demasiadas Marías junto a la Puerta de Jerez. Mensajes taca-taca. Adolfo Arenas del Castillo tiene poco poder en el Consejo y sus peones son sagaces altavoces de todo cuanto se desarrolla en el Consejo. Pocos son los discretos y muchos los indiscretos. A la vista está con el “affaire” del cartel y, ahora, con la elección del pregonero.
Le falta a Arenas estar más curtido en la dura piel del actual del Consejo. Y ha de coger bien las riendas para que el carro que tira no se rompa o vuelque en la primera revuelta.
A mí me parece mal que Adolfo Arenas haya armado tanto lío para tener amarrado a Paco Robles, que aún es un chaval que está dando sus primeros pasos en este temas de los “Tontos de capirotes”. Aunque haya tenido y tenga eco mediático su sentir cofradiero en el programa del maestro taurino don Víctor, en Sevilla –y aquí hay que morir--, hay por delante de este buen chaval, que tiene principios y futuro, cofrades de mayor talante y de mayor genio y figura.
Por ejemplo, el pregonero elegido. Enrique Henares, el abogado laboralista, está a años luz del escritor por el que apostó Arenas. Henares gana en vivencias y en saber cofradiero sevillano.Y si me apuran mucho, debajo de la trabajadora se siente más el peso cofrade de Sevilla que delante de un micro y una pantalla, para contar batallitas con suficiencia de intelectual y al ritmo de una cursi fonética.
Dicen que Robles se borra de este tinglado y que no quiere saber más del Pregón de Sevilla. Seguro que hay ya plañideras a la puerta del convento del “Tonto del capirote” por esta absurda toma de postura, que suena a pataleta. Así, a puñaítos, en esta pajolera Sevilla de nuestros pecados hay pregoneros de sobra. Pisamos con garbo las zonas peatonalizadas de la ciudad y debajo de las grises y planas losas surgen exaltadores que pueden asombrar a toda la Sevilla Cofrade .
Espero que mi amigo Adolfo Arenas aprenda de estos errores. Ha de conocer ya el percal. No sólo le vale la buena voluntad. Hay que tener picardía, porque el mundo de las cofradías tiene mucha guasa. Así, que como Toro, zamarreón puro y duro.
FERNANDO GELÁN

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