Se celebró en Sevilla con gran solemnidad la tradicional Vigilia de la Inmaculada. Ademas de la Feria del Voluntariado Juvenil Cristiano, organizada por la Delegación de la Pastoral Juvenil y que tuvo una respuesta extraordinaria, tuvo lugar en los alrededores de la Catedral la concentración de más de 600 personas que formaron una cadena para abrazar todo el perímetro del templo metropolitano. A esta convocatoria acudieron jóvenes, personas mayores, monjas, sacerdotes y hasta extranjeros que se encuentran estos días en Sevilla. Posteriormente, en el interior de la Catedral, se celebró la solemne Vigilia, que fue presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo Pelegrina.
Este mismo día, los lanceros de la Banda de Nuestra Señora del Sol interpretaron ante el monumento de la Inmaculada, en la Plaza del Triunfo, los famosos «Gozos de la Inmaculada».
Tras el acto en la Catedral, las tunas universitarias acudieron un año más a la Plaza del Triunfo para interpretar sus típicas canciones ante las cientos de personas que se congregaron en esta céntrico espacio.
Este domingo, 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, se celebró una solemne misa en la Catedral hispalense. El prelado dijo, entre otras cosas, que la solemnidad de la Inmaculada Concepción, en los inicios del Adviento, es como una cálida invitación a fijar nuestra mirada en María, la llena de gracia y limpia de pecado desde su concepción. Si el camino del Adviento nos prepara para recibir la luz sin ocaso que es y que nos trae el Señor, María es la aurora que anuncia el nacimiento de esa luz. Ella es el modelo acabado del Adviento. Ella esperó y acogió como nadie al Señor prometido y es para nosotros paradigma de la espera y la acogida.
También afirmó el arzobispo que en el pórtico de mi homilía, parece muy oportuno recordar que lo que la Iglesia ha afirmado siempre sobre el culto a los santos, puede aplicarse con más propiedad a la Santísima Virgen. Ella no sustituye al Señor Jesús. No acudimos a ella porque el Evangelio nos sepa a poco o porque Cristo nos parezca lejano e inaccesible. En ella, la Palabra de Jesús y la belleza de su rostro se nos muestran con toda su fuerza y su suprema verdad. Como ha escrito un gran teólogo del siglo XX, María es la mejor exégesis del Evangelio, la más bella explicación hecha vida de la Buena Noticia de Jesús (H.U. von Baltasar).
Monseñor Asenjo dijo que velebramos, queridos hermanos y hermanas, una de las fiestas más hondamente enraizadas en la fe del pueblo cristiano, fe que a lo largo de los siglos se hizo piedad, arte y cultura, y que incluso tuvo la osadía de proclamar como cierto que Dios preservó a María de la mancha del pecado original mucho antes de que la liturgia, los teólogos y el mismo Magisterio de la Iglesia sancionasen como dogma de fe lo que tantas generaciones de cristianos venían viviendo con sencillez. Al Papa Pío IX le cupo el privilegio de proclamarlo solemnemente el 8 de diciembre de 1954 con estas palabras: "Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles".
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