Durante esos días tuvieron la oportunidad de celebrar sacramentos y liturgias, de realizar actividades con niños, de visitar instituciones educativas, de dar catequesis y formación a catequistas, de tener encuentros con grupos parroquiales, de visitar casas y enfermos, de acondicionar y pintar una capilla, de participar en programas de radio, etc.
Una de las experiencias más significativas fue la visitar algunos puntos de misión más alejados de la ciudad de Requena, a los que había que llegar en bote por el río. Entre ellos Genaro Herrera, donde desarrolla la misión desde hace varias décadas el sacerdote Antonio Soriano, junto a franciscanas del Rebaño de María. A esta población pertenece el núcleo de Tibi Playa, una comunidad donde viven unas 15 familias que en los próximos meses tienen que reconstruir su pueblo unos 200 metros alejados de la orilla del río debido a la crecida de las aguas. También visitaron Flor de Punga, Nuevo Acuracay, San Marcos o Yanira.
En algunos de estos lugares --informa finalmente la Archidiócesis de Sevilla-- hacía años que no acudía un sacerdote, por lo que se celebraron sacramentos (Eucaristías, bautismos, confesiones, matrimonios) por primera vez en mucho tiempo.
“Los seminaristas han regresado muy contentos por la experiencia vivida en Perú, que les ha servido como formación en su proceso hacia el sacerdocio, descubriendo la necesidad real de misioneros en estas tierras”, expresa Manuel Jiménez. En el vicariato de Requena, que tiene una extensión similar a la de Andalucía, hay solamente seis sacerdotes. “Además de ser un lugar con unos paisajes espectaculares (de selva y de grandes ríos), sus gentes son realmente acogedoras y generosas, compartiendo lo poco que tienen, pero sobre todo su fe, viva y expresiva. En ocasiones, teniendo poco, se puede llegar a ser más feliz y con un sentido de Dios más profundo y arraigado. Hemos ido a ayudar en lo que hemos podido, pero sin duda hemos recibido mucho más de lo que hayamos podido aportar”. (Fotos: AS).
“Los seminaristas han regresado muy contentos por la experiencia vivida en Perú, que les ha servido como formación en su proceso hacia el sacerdocio, descubriendo la necesidad real de misioneros en estas tierras”, expresa Manuel Jiménez. En el vicariato de Requena, que tiene una extensión similar a la de Andalucía, hay solamente seis sacerdotes. “Además de ser un lugar con unos paisajes espectaculares (de selva y de grandes ríos), sus gentes son realmente acogedoras y generosas, compartiendo lo poco que tienen, pero sobre todo su fe, viva y expresiva. En ocasiones, teniendo poco, se puede llegar a ser más feliz y con un sentido de Dios más profundo y arraigado. Hemos ido a ayudar en lo que hemos podido, pero sin duda hemos recibido mucho más de lo que hayamos podido aportar”. (Fotos: AS).
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