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Pero el equipo verdiblanco, pese a su buena voluntad, no pudo superar su nerviosismo cuando veía que pasaban los minutos y que el Racing de Santander, sacando fuerzas de flaqueza, comenzó a ganarle terreno al Betis. Fruto de esta continuidad cántabra en buscar petroleo en el pozo verdiblanco fue el gol del empate, obra de Stuani --minuto 78--, a centro preciso y medido del veterano Munitis. La hecatombe. El Betis de Pepe Mel no tuvo ya recursos, todos los jugadores más nerviosos que un flan, no estaban capacitados para darle la vuelta al marcador y superar otro palo. Muchos errores en Nelson, Beñat, Pereira, Montero, Dorado...
A pesar de algunos intentos, pese a buscar con ahinco la meta cántabra, el Racing se hizo aún más fuerte para defender con uñas y dientes el empate. El Betis fue incapaz de hacer mover el marcador a su favor y tiene un difícil futuro. El sufrimiento verdiblanco es total. Y mucho se ha enderezar este mal camino para poder superar tantos obstáculos, tantos fracasos, tanto neriosismo y tanta gindama. Hubo aficionados que abandonaron el Villamarín antes de que el árbitro pitara el final de la contienda. La decepción entre los béticos era muy grande.
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