Arenas entregó en la noche del pasado lunes su carta de dimisión con carácter "irrevocable" al delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Manuel Soria, después de que las filtraciones en torno a las deliberaciones y las votaciones de la elección del pregonero de la Semana Santa hayan hecho saltar por los aires la convivencia en el seno de la institución.
Según establecen los todavía estatutos del Consejo, será el vicepresidente de la institución, Carlos Bourrellier, quien deberá sustituir al presidente en caso de vacante, ausencia o enfermedad con todas sus atribuciones, obligaciones y derechos.
Herido por la deslealtad de algunos de sus consejeros, Arenas se marcha porque, según confiesa, no aguanta más esta situación y se queja de la "mala intención" con la que han obrado algunos de los delegados de Penitencia al amenazar, incluso en público, con airear los entresijos de la elección del pregonero. "No puedo seguir un día más así. Además, ahora vienen unas fechas muy señaladas (votación de los nuevos estatutos del Consejo) y con esa fractura interna abierta creo que no es la situación más apropiada para atacar esa fechas tan delicadas".
Arenas, que aún no ha recibido la llamada del arzobispo Juan José Asenjo ("no aspiro a tanto"), asegura que a partir de ahora se volcará con mayor dedicación a sus asuntos de la abogacía."Tengo ilusión en coger unas pocas carpetas que llevan varios días encima de la mesa del despacho y meterme de lleno en ellas".
El hasta ahora presidente de la institución, cargo para el que fue reelegido el pasado mes de junio, revela que con esta dimisión pretende "sencillamente expresar mi malestar y confiar en que la situación se arregle y la forma de arreglarse es dando el paso que he dado".
Arenas defiende que la elección del pregonero de la Semana Santa , el joven Francisco Javier Segura, se realizó "democráticamente" entre una terna a la que dieron su respaldo todos los votantes. Entiende que las filtraciones son algo anecdótico hoy día en todas las instituciones ("Se producen hasta en el Vaticano"), sin embargo considera que las producidas a raíz de la elección del pregonero han buscado "hacer daño" no ya a la institución sino a "terceros", entre ellos al propio pregonero, "un chiquillo que no tiene culpa de nada", y a las personas que estaban en esa terna, además de "poner en juego de nuevo al Arzobispado" en este asunto.
Adolfo Arenas asegura que nunca ha sido su intención cortar ninguna cabeza, como prueba el hecho de que hace escasos cuatro meses se enfrentara a unas elecciones sin ni siquiera maniobrar para desprenderse de algunos consejeros poco afines. En su despedida, Arenas, todo un caballero de las cofradías, se limita a pedir perdón. "Aquél al que le haya podido hacer daño que me perdone. Simplemente, lo he tratado de hacer lo mejor que he podido"
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