Algo pasa en este Sevilla de Manzano. No es corriente ni normal estos últimos resultados. Perder dos partidos seguidos en casa ante rivales de mucha menor cuantía ha de tener una explicación. No sé qué pensará Del Nido ante tantos fracasos seguidos. Cuando todo parecía que se había enderezado en el club con el relevo en el banquillo, tras la despedida de Álvarez y la llegada de Manzano, el cuadro de Nervión se ha metido en un pozo sin fondo. Si ante el Mallorca tuvo el Sevilla algo de más genio y figura para superar el tanteo adverso, ante los madrileños de Michel, el cuadro blanco ha dado una pobrísima y calamitosa imagen.
Y es que el Getafe ya comenzó achuchando nada más comenzar el partido, y a punto estuvo de materializar una acción de remate en una buena jugada. Otra vez fue el veterano Kanouté, en el centro del campo, quien fue enmendando un poco la plana hasta que las fuerzas aguantaron. Pero el once de Manzano se movía con torpeza e indolencia, mientras que el equipo madrileño jugaba al primer toque, con mucha más serenidad y más sentido de las jugadas en todas las líneas.
Sin embargo, marcó el Sevilla en una jugada en la que Romaric lanzó un balón desde el mismo borde de la línea de corner que fue rematado en el área del Getafe por el de Malí, que llegaba desde atrás aprovechando el desorden defensivo del Getafe, que reclamaba la salida del balón por la línea de portería. Pero hasta aquí duró la pelea sevillista. En la segunda parte, el Getafe se hizo dueño y señor del terreno de juego, con un fútbol muy colectivo, trenzando con bastante calidad las jugadas y llegando con notable peligro hasta el veterano Palop. Por dos veces pudo marcar el cuadro de Michel en este acertado y exuberante despliegue táctico, con una entrega absoluta por parte de los madrileños. Kanouté, cansado en el centro del campo y poco asistido por sus compañeros, ya no podía utilizar esa varita mágica que es capaz de remover los vientos en contra.
Tanto insistió el Getafe, ante la indolencia y la falta de recursos del Sevilla, que llegaron los goles en la portería de Palop. Marcó primero Manu de Moral de penalti --ya había probado fortuna en otros momentos del litigio ante el meta valenciano--; aumentó la ventaja Maku y sentenció el jerezano Pedro Ríos, que puso un sorprendente 1-3 en el marcador de un Sánchez Pizjuán casi medio vacío.
Aún quedaba bastante tiempo para el final del choque, pero el Sevilla no fue capaz de hacer el adecuado juego positivo y llegar con ventaja hasta la meta de Codina. Capel se perdía en sus regates; Perotti apenas era hombre inquietante y Negredo nunca encontró fórmula rematadoras. El juego local se diluía entre tremendos errores de bulto en la entrega del balón, en los fallos marcajes y las irregulares salidas al ataque. Hubo, sobre todo, total inoperancia atacante. Se vio, además, a un Sevilla muy bajo de moral. Hundido. Tomando desagradablemente una lamentable cuesta abajo. No hay genio ni fe en el equipo. Falta espíritu de lucha. Falta fuerza y vitalidad sobre el terreno de juego. No hay talante. No se domina el juego en ningún terreno. El Sevilla es un equipo totalmente vulnerable. Ha sido otra derrota humillante. Si la que sufrió ante el Mallorca hace ahora una semana se puede catalogar como de sorpresa, porque no había perdido ningún partido en Nervión, esta vez, frente al Getafe, la derrota ha sido catastrófica.
Son seis puntos perdidos en casa frente a equipos inferiores. Europa se aleja. Y lo más grave de todo es la mala imagen que ha dado el equipo. Suspenso para todos. ¿Qué vamos a tener para el futuro, Manzano? Es que ha sido este sorprendente 1-3 una dolorsa derrota.
(Foto: Web del Sevilla F.C.)
Y es que el Getafe ya comenzó achuchando nada más comenzar el partido, y a punto estuvo de materializar una acción de remate en una buena jugada. Otra vez fue el veterano Kanouté, en el centro del campo, quien fue enmendando un poco la plana hasta que las fuerzas aguantaron. Pero el once de Manzano se movía con torpeza e indolencia, mientras que el equipo madrileño jugaba al primer toque, con mucha más serenidad y más sentido de las jugadas en todas las líneas.
Sin embargo, marcó el Sevilla en una jugada en la que Romaric lanzó un balón desde el mismo borde de la línea de corner que fue rematado en el área del Getafe por el de Malí, que llegaba desde atrás aprovechando el desorden defensivo del Getafe, que reclamaba la salida del balón por la línea de portería. Pero hasta aquí duró la pelea sevillista. En la segunda parte, el Getafe se hizo dueño y señor del terreno de juego, con un fútbol muy colectivo, trenzando con bastante calidad las jugadas y llegando con notable peligro hasta el veterano Palop. Por dos veces pudo marcar el cuadro de Michel en este acertado y exuberante despliegue táctico, con una entrega absoluta por parte de los madrileños. Kanouté, cansado en el centro del campo y poco asistido por sus compañeros, ya no podía utilizar esa varita mágica que es capaz de remover los vientos en contra.
Tanto insistió el Getafe, ante la indolencia y la falta de recursos del Sevilla, que llegaron los goles en la portería de Palop. Marcó primero Manu de Moral de penalti --ya había probado fortuna en otros momentos del litigio ante el meta valenciano--; aumentó la ventaja Maku y sentenció el jerezano Pedro Ríos, que puso un sorprendente 1-3 en el marcador de un Sánchez Pizjuán casi medio vacío.
Aún quedaba bastante tiempo para el final del choque, pero el Sevilla no fue capaz de hacer el adecuado juego positivo y llegar con ventaja hasta la meta de Codina. Capel se perdía en sus regates; Perotti apenas era hombre inquietante y Negredo nunca encontró fórmula rematadoras. El juego local se diluía entre tremendos errores de bulto en la entrega del balón, en los fallos marcajes y las irregulares salidas al ataque. Hubo, sobre todo, total inoperancia atacante. Se vio, además, a un Sevilla muy bajo de moral. Hundido. Tomando desagradablemente una lamentable cuesta abajo. No hay genio ni fe en el equipo. Falta espíritu de lucha. Falta fuerza y vitalidad sobre el terreno de juego. No hay talante. No se domina el juego en ningún terreno. El Sevilla es un equipo totalmente vulnerable. Ha sido otra derrota humillante. Si la que sufrió ante el Mallorca hace ahora una semana se puede catalogar como de sorpresa, porque no había perdido ningún partido en Nervión, esta vez, frente al Getafe, la derrota ha sido catastrófica.
Son seis puntos perdidos en casa frente a equipos inferiores. Europa se aleja. Y lo más grave de todo es la mala imagen que ha dado el equipo. Suspenso para todos. ¿Qué vamos a tener para el futuro, Manzano? Es que ha sido este sorprendente 1-3 una dolorsa derrota.
(Foto: Web del Sevilla F.C.)
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