Al acto de presentación han asistido el presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla, Rafael Rodríguez, así como representantes del Colegio de Periodistas de Andalucía y distintos medios de comunicación.
La Guía contiene una serie de recomendaciones dirigidas a periodistas y profesionales de los medios de comunicación encaminadas a que aborden con responsabilidad y rigor las informaciones sobre desapariciones que normalmente generan un gran impacto social y emocional. La APS, que apoya y respalda el documento, considera de vital importancia que los profesionales de la información cuenten con las claves necesarias para informar de este tipo de sucesos desde la rigurosidad y el respeto, tanto a las personas desaparecidas como a sus familiares, fomentado la conciencia social.
Se trata de un documento similar al que ya elaboró el CAA para el tratamiento informativo de la violencia de género, y son iniciativas con las que, según ha explicado Emelina Fernández, el Consejo “trata de contribuir a que exista un ejercicio responsable del derecho a la información, que respete tanto la ley como los principios deontológicos del periodismo”. La aspiración de la guía es que las informaciones sobre desapariciones sean rigurosas, útiles, respetuosas y alejadas del sensacionalismo”, ha aseverado. El presidente de QSDGlobal, Paco Lobatón, ha resumido la Guía en “dos mandamientos”. El primero, que cuando una persona desaparece no desparecen sus derechos y hay que respetarlos; y el segundo, que las familias que sufren una desaparición merecen un respeto.
La elaboración de esta guía es fruto del protocolo de colaboración que el CAA y la fundación QSDGlobal suscribieron el pasado mes de febrero con el propósito de contribuir a que los medios de comunicación “asuman como parte de su responsabilidad social tanto la tarea de dar a conocer los casos de desapariciones de personas, como la de proteger a sus protagonistas por la especial vulnerabilidad en la que se encuentran”. Para la presidenta del CAA, la información sobre personas desaparecidas “debe ser rigurosa, respetuosa y útil, alejada del sensacionalismo”.
Una realidad invisible a la sociedad
Aunque hay casos de desapariciones que han llegado a alcanzar una gran relevancia, la realidad es que se trata de un fenómeno de alcance que es todavía muy invisible a la sociedad. Cada año se presentan en España más de 20.000 denuncias por desapariciones, y desde el año 2010 hay acumulados más de 4.000 casos sin resolver, de los que 1.676 corresponden a Andalucía. Por provincias, Cádiz es la que más acumula (588), seguida de Granada (268), Málaga (253), Almería (214), Sevilla (136), Córdoba (123), Huelva (53) y Jaén (41). Por ello, se emplaza a los medios a que incluyan con asiduidad este asunto en sus agendas informativas para que la sociedad conozca la dimensión del problema y contribuir a su prevención.
La Guía está dividida en dos partes. La primera, titulada “El problema”, enumera una serie de recomendaciones para dar visibilidad a los casos, y para afrontarlos con responsabilidad. Como ha explicado la presidenta del CAA, los medios de comunicación tienen un papel de corresponsabilidad social porque la difusión de las noticias y de datos relevantes puede contribuir a que la ciudadanía ofrezca pistas que puedan ayudar al esclarecimiento de los casos.
Las recomendaciones de este capítulo parten de la consideración de que “la acción informativa debe acompasarse a la prioridad de encontrar a la persona”. Por ello conviene seguir las recomendaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad y procurar encontrar un equilibrio entre el interés general y los derechos particulares de las personas implicadas. “Retener la información que puede poner en riesgo una investigación o vulnerar derechos fundamentales te convierte en mejor periodista y te distancia de quienes ejercen esta profesión sin escrúpulos”.
Respecto a los familiares, que suelen vivir un estrés emocional, hay que respetar su intimidad y su dolor sin caer en el riesgo de que la información derive en espectáculo. Y en cuanto a las personas desaparecidas, obviar aquellos datos que pueden deteriorar su prestigio o causar un daño innecesario a las familias.
La segunda parte, “La noticia”, emplaza al mantenimiento siempre del rigor periodístico, “incompatible con la difusión de rumores o elucubraciones”, o a cuidar la publicación de imágenes y fotografías difundiendo solo aquellas facilitadas por la familia, entre otros aspectos. También se conmina a respetar la intimidad de los familiares y el derecho de éstos a no conceder entrevistas, así como a evitar dramatizaciones de los hechos en las que se mezclan datos reales y ficticios. También previene sobre la reutilización de materiales de archivo para evitar reverdecer sufrimientos.
La Guía contiene una serie de recomendaciones dirigidas a periodistas y profesionales de los medios de comunicación encaminadas a que aborden con responsabilidad y rigor las informaciones sobre desapariciones que normalmente generan un gran impacto social y emocional. La APS, que apoya y respalda el documento, considera de vital importancia que los profesionales de la información cuenten con las claves necesarias para informar de este tipo de sucesos desde la rigurosidad y el respeto, tanto a las personas desaparecidas como a sus familiares, fomentado la conciencia social.
Se trata de un documento similar al que ya elaboró el CAA para el tratamiento informativo de la violencia de género, y son iniciativas con las que, según ha explicado Emelina Fernández, el Consejo “trata de contribuir a que exista un ejercicio responsable del derecho a la información, que respete tanto la ley como los principios deontológicos del periodismo”. La aspiración de la guía es que las informaciones sobre desapariciones sean rigurosas, útiles, respetuosas y alejadas del sensacionalismo”, ha aseverado. El presidente de QSDGlobal, Paco Lobatón, ha resumido la Guía en “dos mandamientos”. El primero, que cuando una persona desaparece no desparecen sus derechos y hay que respetarlos; y el segundo, que las familias que sufren una desaparición merecen un respeto.
La elaboración de esta guía es fruto del protocolo de colaboración que el CAA y la fundación QSDGlobal suscribieron el pasado mes de febrero con el propósito de contribuir a que los medios de comunicación “asuman como parte de su responsabilidad social tanto la tarea de dar a conocer los casos de desapariciones de personas, como la de proteger a sus protagonistas por la especial vulnerabilidad en la que se encuentran”. Para la presidenta del CAA, la información sobre personas desaparecidas “debe ser rigurosa, respetuosa y útil, alejada del sensacionalismo”.
Una realidad invisible a la sociedad
Aunque hay casos de desapariciones que han llegado a alcanzar una gran relevancia, la realidad es que se trata de un fenómeno de alcance que es todavía muy invisible a la sociedad. Cada año se presentan en España más de 20.000 denuncias por desapariciones, y desde el año 2010 hay acumulados más de 4.000 casos sin resolver, de los que 1.676 corresponden a Andalucía. Por provincias, Cádiz es la que más acumula (588), seguida de Granada (268), Málaga (253), Almería (214), Sevilla (136), Córdoba (123), Huelva (53) y Jaén (41). Por ello, se emplaza a los medios a que incluyan con asiduidad este asunto en sus agendas informativas para que la sociedad conozca la dimensión del problema y contribuir a su prevención.
La Guía está dividida en dos partes. La primera, titulada “El problema”, enumera una serie de recomendaciones para dar visibilidad a los casos, y para afrontarlos con responsabilidad. Como ha explicado la presidenta del CAA, los medios de comunicación tienen un papel de corresponsabilidad social porque la difusión de las noticias y de datos relevantes puede contribuir a que la ciudadanía ofrezca pistas que puedan ayudar al esclarecimiento de los casos.
Las recomendaciones de este capítulo parten de la consideración de que “la acción informativa debe acompasarse a la prioridad de encontrar a la persona”. Por ello conviene seguir las recomendaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad y procurar encontrar un equilibrio entre el interés general y los derechos particulares de las personas implicadas. “Retener la información que puede poner en riesgo una investigación o vulnerar derechos fundamentales te convierte en mejor periodista y te distancia de quienes ejercen esta profesión sin escrúpulos”.
Respecto a los familiares, que suelen vivir un estrés emocional, hay que respetar su intimidad y su dolor sin caer en el riesgo de que la información derive en espectáculo. Y en cuanto a las personas desaparecidas, obviar aquellos datos que pueden deteriorar su prestigio o causar un daño innecesario a las familias.
La segunda parte, “La noticia”, emplaza al mantenimiento siempre del rigor periodístico, “incompatible con la difusión de rumores o elucubraciones”, o a cuidar la publicación de imágenes y fotografías difundiendo solo aquellas facilitadas por la familia, entre otros aspectos. También se conmina a respetar la intimidad de los familiares y el derecho de éstos a no conceder entrevistas, así como a evitar dramatizaciones de los hechos en las que se mezclan datos reales y ficticios. También previene sobre la reutilización de materiales de archivo para evitar reverdecer sufrimientos.
* Consulta la "Guía de buenas prácticas para el tratamiento informativo de las desapariciones" en este enlace.
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