Agarrado al palomar de la Casa Consistorial, sin apenas ética profesional y con una intencionada fórmula manipuladora para desarrollar su pobre misión informativa, Barrabás ha vuelto al ataque al servicio de marcados intereses de políticos que ya están más que trasnochados.
Barrabás es un desgraciado informador de prensa que sólo sirve a los deseos de los que quieren intervenir de forma poco honesta en la política municipal.
Poco futuro tiene Barrabás en esta tierra de María Santísima, cuando es capaz de aceptar el papel de doblegada marioneta que baila al son de los que aún no han sabido asumir el papel de perdedores
Barrabás es, además, de los que lanzan las piedras de aquellos que le marcan sus desentonados compases informativos y esconde la maldita mano para teclear el agrio ordenador y dar rienda suelta a sus teledirigidas falsedades periodísticas. Además, este triste personajillo que pulula sobre contaminadas corrientes no es capaz de aceptar sus errores. En el fondo, Barrabás es una especie de cobarde figura decorativa que se mueve al ritmo de los hilos de unos retorcidos mandamases de tres al cuarto.
A éste malintencionado y supuestamente condenado Barrabás del nuevo milenio no lo podría salvar ni los Pilatos que ahora le consienten sus tristes payasadas informativas.
FERNANDO GELÁN
Barrabás es un desgraciado informador de prensa que sólo sirve a los deseos de los que quieren intervenir de forma poco honesta en la política municipal.
Poco futuro tiene Barrabás en esta tierra de María Santísima, cuando es capaz de aceptar el papel de doblegada marioneta que baila al son de los que aún no han sabido asumir el papel de perdedores
Barrabás es, además, de los que lanzan las piedras de aquellos que le marcan sus desentonados compases informativos y esconde la maldita mano para teclear el agrio ordenador y dar rienda suelta a sus teledirigidas falsedades periodísticas. Además, este triste personajillo que pulula sobre contaminadas corrientes no es capaz de aceptar sus errores. En el fondo, Barrabás es una especie de cobarde figura decorativa que se mueve al ritmo de los hilos de unos retorcidos mandamases de tres al cuarto.
A éste malintencionado y supuestamente condenado Barrabás del nuevo milenio no lo podría salvar ni los Pilatos que ahora le consienten sus tristes payasadas informativas.
FERNANDO GELÁN
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