martes, 30 de abril de 2024

La restauración de la Iglesia de Santa María la Blanca revela la fisonomía de la antigua sinagoga

La Archidiócesis de Sevilla informa que se han presentado las intervenciones que se están llevando a cabo desde el pasado mes de noviembre en el ábside y el retablo mayor de la iglesia sevillana de Santa María la Blanca. Se trata de la fase final de una restauración que abarca la arquitectura, examen histórico y arqueológico de una zona de la iglesia en la que nunca se había intervenido con la actual metodología científica. Estos trabajos han desvelado la estructura y fisonomía de la antigua sinagoga, construida a su vez sobre la anterior mezquita.
La intervención tiene una doble naturaleza. Por un lado, se está interviniendo en el inmueble, concretamente en el área de la capilla mayor (con un coste de 87.000 euros), y también en el mueble, en el retablo mayor tallado entre 1657 y 1658 por Martín Moreno. Esta segunda parte supone una inversión que ronda los 90.000 euros. Esta doble intervención se completa con los trabajos de seguimiento arqueológico, dirigidos por José Antonio Valiente. Toda la obra debe estar terminada a finales de julio.
Según destaca el arquitecto José María Rincón, “el edificio sufrió una serie de transformaciones en su adaptación de mezquita a sinagoga. Posteriormente, a partir de 1391, la Iglesia se convirtió en templo cristiano y siguió transformándose hasta la segunda mitad del siglo XVII, cuando se produjo la gran transformación barroca del templo, comandada por el canónigo Justino de Neve”. De esa época procede la configuración actual de la capilla mayor, o presbiterio, de la iglesia.
En el acto han intervenido también el delegado diocesano de patrimonio Cultural, Antonio Rodríguez Babío, que ha destacado el esfuerzo que la Archidiócesis lleva a cabo para recuperar un patrimonio tan importante. También ha intervenido la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Carmen Ortiz, y el párroco de San Nicolás, Miguel Ángel Núñez.

Muros traseros en precario estado
Se ha podido saber que la estructura portante del retablo, en su estado previo a la intervención, respondía a una mezcla y superposición de diversos subsistemas, que habían ido añadiéndose y completándose unos a otros hasta formar el sistema global. Al que podría ser el sistema portante original del retablo se le han ido añadiendo otros con funciones de refuerzo en distintos momentos y con diverso grado de interacción con la estructura original. Mientras que en alguno de estos añadidos se detectaba cierta intención y orientación técnica, otros parecen fruto más o menos improvisado de ciertas necesidades puntuales de refuerzo ante la detección de algún riesgo, y se resolvieron con escasez de medios técnicos y materiales en su mayoría.
Rincón destaca que esta estructura estaba formada por un sistema de muros y estructuras de fábrica de ladrillo revestidos con morteros de cal y yesos, muros medianeros, estructura de madera y refuerzos metálicos añadidos durante el siglo XIXI y XX de forma puntual. Los muros traseros, que hoy vemos al descubierto y que estaban ocultos detrás del retablo mayor estaban en un muy precario estado de conservación de modo que su capacidad de sostener al propio retablo y cerrar la envolvente de la iglesia se estaba viendo comprometida por una serie de daños que provienen de la propia precariedad de los sistemas constructivos originales y de su falta de intervención o conservación sistemática en más de 350 años. Estos muros estaban sufriendo un movimiento peligroso de desplome sobre la cara trasera del retablo. Además, los materiales se habían ido disgregando y erosionando, perdiéndose partes de las juntas y de los agarres, y moviéndose la geometría y las superficies que formaban toda esta zona interior.


De todo ello se desprendió la necesidad de desmontar el retablo mayor de Martín Moreno, pieza a pieza, para poder intervenir en la trasera del edificio. Este desmontaje necesario del retablo mayor permite disfrutar durante unos meses de la visión directa de una zona de la iglesia que nunca se volverá a ver. Se está trabajando en la zona del templo donde se situaba el límite trasero del edificio de la sinagoga. Han quedado al descubierto las estructuras murarias que estaban ocultas por el banco del retablo, y donde se han conseguido identificar elementos muy significativos de la antigua sinagoga.

Trabajos arqueológicos
Tras la reconquista de la ciudad en 1248, se entregó el edificio de la mezquita a la comunidad judía, para levantar sobre ella la sinagoga. Como detalla José Antonio Valiente, se mantiene así ocupando el mismo espacio del inmueble hasta la mitad del siglo XIV, momento en el cual se produce una remodelación y ampliación del inmueble, construyéndose el hejal y colocándose las bancadas para acoger a los fieles en el rezo. Se anula el muro de quibla y se coloca el hejal, que es el espacio donde se guardan los libros sagrados de la Torá y los elementos litúrgicos necesarios, según la tradición ortodoxa judía. Esta sinagoga dejó de serlo con el asalto de la judería en 1391.

En esta intervención se ha documentado el muro trasero del altar mayor. El hejal sería un espacio rectangular, abierto en su frente, y el muro documentado sería su cierre trasero (en el muro lateral derecho según se mira de frente, recogería el espacio donde se colocarían los libros sagrados de la Torá y que está orientado al este según marcan los cánones de estos edificios religiosos). En él se han localizado tres hornacinas de 79 centímetros de ancho por 46,5 de fondo y unos 1,15 de alto, que servirían para colocar los elementos litúrgicos propios. Estarían revocadas por un enlucido de mortero de cal. El hejal pasó a ser presbiterio y a colocarse en él la mesa de altar. “Suponemos que en ese momento también se elimina toda la decoración que este hejal debió tener y que no nos ha llegado a nuestros días”, afirma el arqueólogo.
Informa finalmente la Archidiócesis de Sevilla que la gran transformación de este espacio se realizó en la primera mitad del siglo XVII, cuando se añadió el espacio semicircular trasero al muro con la compra de este a los inmuebles colindantes, para la colocación del camarín del retablo, dando la impresión de ábside sin serlo en la realidad. A su vez, es en este momento cuando se encarga el retablo mayor que hoy conocemos, y que está en proceso de restauración. (Fotos: AS).-

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