* Tras una primera labor de conservación de urgencia, los trabajos de restauración han contado con una inversión de 15.564 euros
* Con esta pieza, la Sala Cantarera cuenta por vez primera con un tapiz en sus paredes
El Real Alcázar de Sevilla ha concluido la restauración de una de las sargas (pinturas sobre tela) pertenecientes a la colección de Gustavo Bacarisas. En concreto, se trata de una sarga que muestra un tema ornamental, con jarrón y motivos vegetales, que ha sido finalmente instalada en la Sala Cantarera porque reúne mejores condiciones ambientales que su emplazamiento anterior, el pasillo del Palacio Gótico hacia los jardines del monumento.
Antonio Muñoz, delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo del Ayuntamiento, Bernardo Bueno, alcaide del conjunto monumental, e Isabel Rodríguez, su directora conservadora, han asistido a la colocación de la sarga en la nueva ubicación, tras un proceso primero de trabajos de conservación de emergencia, que comenzó en abril pasado, y posteriormente de restauración en sí, y en ambos casos con la preceptiva autorización de la Comisión Provincial de Patrimonio.
La minuciosa labor de restauración fue adjudicada por 15.564 euros, importe al que habría que agregar una parte de la inversión total de 17.347 euros acometida en las intervenciones de urgencia tanto en esta pieza de Gustavo Bacarisas como en otra sarga del mismo autor, que representa un paisaje marino enmarcado por columnas con entablamento y guirnaldas vegetales y presidido por un medallón con la figura de Cristóbal Colón.
Antonio Muñoz ha felicitado al equipo de la empresa especializada en conservación y restauración Artyco por el trabajo realizado, al tiempo que ha destacado el “gran acierto” de la dirección del Real Alcázar de Sevilla de afrontar tanto la actuación de urgencia como la propia restauración “a quirófano abierto”, dado que los visitantes del monumento han podido presenciar las labores de los profesionales en un taller expresamente habilitado en la Sala Cantarera.
Esta sarga ‘Jarrón’ forma parte del encargo realizado por el rey Alfonso XIII al pintor Gustavo Bacarisas y Podestá (1873-1971) para la decoración del Pabellón Real de la Exposición Iberoamericana del 29. Se trata de una obra de gran tamaño (3,01 x 4,26 metros) sin bastidor rígido y con finalidad decorativa, que ahora decora por primera vez las paredes de la Sala Cantarera.
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