domingo, 24 de mayo de 2015

TOROS.- Apoteosis de Ponce en Nimes, donde consigue cortar cuatro orejas y salir a hombros



Enrique Ponce ha logrado un triunfo histórico este domingo en Nimes, donde la corrida conmemorativa de sus 25 años de alternativa se ha convertido en todo un acontecimiento para el recuerdo de los miles de aficionados de abarrotaron el coliseo y que no quisieron perderse esta cita única. Ponce compartió cartel con Pablo Hermoso de Mendoza y completó una mañana de esas que quedan en la memoria. Una actuación cumbre ante toros que no ayudaron mucho y a veces con el viento en contra, problemas que el torero resolvió desde el magisterio más absoluto. Ponce ha hecho honores a este homenaje que le ha rendido la afición francesa en una plaza que bien sabe de su grandeza torera. Lo del maestro ha sido un compendio de Tauromaquia que le ha llevado a cortar cuatro orejas -que pudieron ser siete- y a ser conducido a hombros de la afición hasta el hotel.
Su actuación ha comenzado con un toro de Alcurrucén al que tuvo que hacer el torero. Ponce estuvo muy por encima en una labor de mérito que el público supo apreciar, pero para la que el palco negó la que podía haber sido la primera oreja de la mañana. Comenzó la faena muy bien doblándose con el toro y logró los mejores momentos en un excelente toreo al natural. Mató de estocada y el presidente fue abroncado por no conceder el trofeo.
En su segundo toro, de Victoriano del Río, estuvo sensacional. Ni siquiera la molesta presencia del viento perturbó una obra enorme de Ponce, que comenzó por torearlo muy bien con el capote a la verónica y después en un bonito quite por chicuelinas. La faena fue de las suyas, de esas obras inmensas en las que llega a una altura solo al alcance de privilegiados. Brilló en el toreo diestro teniendo el fuerte inconveniente del viento, que le molestó sobre todo a mitad del trasteo, y la descompuesta embestida del toro. Ponce volvió a dejar una estocada que esta vez no fue suficiente. Tuvo que usar el descabello y eso le apartó de conseguir dos orejas.
El tercer toro de los que lidió y quinto de la tarde, de Domingo Hernández, no dio muchas opciones. Fue un animal falto de fuerza y raza que se paró pronto. Su sosería impidió que Ponce pudiera construir faena con él. Apenas pudo destacar en los primeros compases del toreo, en las dobladas y en un bonito cambio de mano antes de que el estado dejara de embestir.
Con el sexto llegó la apoteosis. Ponce brindó al público una faena en la que el maestro toreó con gran temple y enorme despaciosidad a un buen toro de Juan Pedro. Fue una faena presidida en todo momento por la calidad y en la que el torero se permitió también introducir variedad con muletazos de gran belleza como un cuatro en uno y sorprendentes como la poncina final. Cuando Ponce se perfilaba para entrar a matar, el tenor Francesco Demuro comenzó a cantar el Nessum dorma, de la ópera Turandot de Puccini, envolviendo de una magia especial el final de esta grandiosa actuación. Ponce recetó una gran estocada y el toro cayó sin puntilla justo cuando terminaba esta conocida aria culminando un momento de enorme belleza artística. Cortó otras dos orejas.
Pero el maestro, fresco como una rosa a estas alturas de festejo, quiso ir más allá y pidió el sobrero, un toro muy serio de Juan Pedro Domecq que le exigió y con el que Ponce, que ya tenía el triunfo en sus manos, no ha dudado en jugarse la vida como si de ese toro dependiera la tarde y su carrera. Esa es su grandeza torera, una demostración más de su enorme talla como figura del toreo. De este modo le sacó faena a este toro de regalo, al que mató de estocada para cortar otras dos orejas que culminaron esta mañana histórica de Ponce en el coliseo nimeño. (Toromedia).

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