UNA MALA DIGESTIÓN
Aún recuerdo aquellos agradables almuerzos en los altos de La Española, en calle Tetuán, donde Diodoro Canorea, padre de Eduardo, como representante de la Empresa Pagés reunía a toda la Prensa y Radio local –toda, sin excepción--, para dar a conocer lo carteles taurinos de la Feria de Sevilla. Allí acudían los directores de los medios de comunicación de la ciudad, los críticos más veteranos como Fernando López “El Chico del Baratillo”; Manuel Murga de la Vega “Delavega”; Manuel Olmedo “Don Fabricio”, Enrique Vila, Manuel Parejo y los corresponsales de las agencias informativas. Más tarde se unieron Cristino Braojos, Juan Palma, Vicedo, Salustio, Emilio Parejo, Mira… y el que escribe este artículo o comentario, que entonces ejercía sus funciones periodísticas en la agencia de noticias “Europa Press”, cuya delegación en Andalucía fundé y dirigí hasta mi paso por ABC, El Correo, y la creación de la agencia de información “gelannoticias” y el portal digital. Era un encuentro agradable entre empresa y los periodistas e informadores locales en el que se daba cuenta de toda la labor realizada y se ofrecía a Sevilla los mejores carteles del mundo mundial taurino. Hasta el abogado de la Empresa Pagés, Celestino Fernández Ortíz, era periodista que trabajó en “Fe” y en los desaparecidos “Sevilla” y “Suroeste”. Mariscos y arroz y orejas y rabos.
Han pasado ya muchos, muchísimos años. A Diodoro Canorea se le fue de las manos esta convocatoria de los medios porque llegó a ser en los últimos años aparatosamente multitudinaria en aquel Río Grande de Paco Ramos. Tras la muerte del recordado y querido empresario llegaron los recortes y el acto, donde ahora se informa de los carteles taurinos de la temporada, se trasladó al salón de carteles de la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Este es el lugar donde ahora se distribuye el programa de los festejos de toda la temporada y donde se toma una copa que sirve la institución de los maestrantes.
Pero tras el final de la campaña taurina 2013, a la empresa Pagés se le ocurrió convocar a determinados medios –no a todos--, a un almuerzo que me recordó a la cita anual de Diodoro en La Española. Lo cierto fue que durante este inesperado ágape, al cual asistieron informadores que habitualmente no hacen crónicas taurinas en medios de comunicación y en donde faltaron muchos de los que suelen trabajar a destajo para informar de todo cuanto sucede cada año en la plaza de toros de la Maestranza, hubo ciertas declaraciones de Eduardo Canorea que, por lo visto y los comunicados, no han sentado bien al llamado Grupo-5. Las “puyas” del empresario sevillano que recogió la amable concurrencia al seleccionado convite levantaron el genio y el temperamento de un puñado de matadores de toros que han inundado las redes sociales, las páginas digitales, la prensa, la radio y la televisión de comunicados y de apoyos mutuos.
¿Culpables de esta extraña situación? ¿Por qué se ha producido esta fractura entre la Empresa Pagés y los toreros que forman parte del llamado G-5? Aunque ya estaba la cuerda algo tensa entre el tándem Canorea-Valencia y el grupo de los toreros rebeldes, la ciudad de Sevilla está muy por encima de estas extrañas rebeldías de andar por casa. Conviene, por tanto, que ambas partes hagan una profunda reflexión porque la Fiesta necesita el esfuerzo de todos y no una triste pelea de gallos. Eduardo Canorea ya entonó el mea culpa en el momento en el que se malinterpretaron el acortado contenido de sus palabras en ese almuerzo al que solo acudió una parte de los informadores taurinos locales. Un ágape que, visto lo visto, terminó con una mala digestión.
Pero todo tiene arreglo en esta vida. Manzanares y El Juli acudieron un año a la presentación de los carteles de la temporada taurina en la plaza de toros de Sevilla. Había, por tanto, muy buena armonía. Morante, como en sus tiempos lo fue Curro Romero, era contratado como figura estrella para el Domingo de Pascua y un puñado de corridas de la Feria. Talavante y Perera han sentido siempre el aliento incombustible de los tendidos del Baratillo. Es decir, que la afición sevillana no ha de salir perjudicada en este cruce de duros comunicados. La Junta de Gobierno de la Real Maestranza de Caballería, que es la propietaria de la Plaza de Toros de Sevilla, tiene que dar el paso adelante. Es muy amplia y profunda la historia de la tauromaquia en esta Coso del Arenal para que la afición de Sevilla, la ciudad que ama profundamente sus tradiciones, sufra este duro castigo por esos dimes y diretes entre la Empresa Pagés y ese grupo de matadores de toros. Sevilla no merece este desplante taurino. Tal vez la Maestranza tiene la solución. La varita mágica. O la vara de mando. El Rey de España es el hermano mayor de esta institución. Una llamada, un gesto, una convocatoria y todos a la Zarzuela. Y empresarios y toreros del G-5 a saltar de júbilo y a firmar los contratos de toda la vida. Hay que salvar la Fiesta en Sevilla, que es la Fiesta Nacional. Los maestrantes y don Juan Carlos tienen la palabra.
FERNANDO GELAN
Periodista
Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla
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