Es curioso y sorprende. Me refiero a la coincidencia de dos noticias sobre nuestros políticos municipales. El portavoz de IU, Antonio Rodrigo Torrijos, anunció días pasados que deja su escaño de la Casa Grande dentro de muy breves fechas. Concretamente, tras el debate de las Ordenanzas Fiscales y los nuevos Presupuestos Municipales para 2014. En esa misma jornada, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido también dijo que dejará de ser presidente del PP andaluz para dedicarse de lleno a la Alcaldía de la Muy Noble, Leal, Invicta y Mariana Ciudad de Sevilla. Ni juntos ni revueltos estarán en la recta final de la actual legislatura municipal los dos ediles. Torrijos abandona el campo de la Casa Grande porque desde su partido le han sacado dos tarjetas amarillas –Mercasevilla y Desevilla--, y con ellas, como ocurre en el fútbol, se muestra también la cartulina roja con la que se indica el camino de los vestuarios. El concejal de IU, por supuesto, defiende su inocencia en ambos polémicos asuntos. Por su parte, Zoido se va de la presidencia del PP andaluz porque el partido quiere que la carga del cargo la lleve otro miembro del partido. El que sea elegido representará a los populares en las próximas elecciones a la presidencia de la Junta de Andalucía.
Escribía más arriba que era curioso y sorprendente que tanto Zoido como Torrijos anunciaran el cambio de rumbo el mismo día y casi a la misma hora. Y todo ello ha ocurrido de esta forma porque ambos comulgan con unas mismas ideas. ¿Pero cómo puede ser esto?, preguntaría el respetable público asistente. El alcalde está a la derecha y el de la “pipa” a la izquierda. Zoido de azul y Torrijos de rojo. Pero el secreto está en la masa o en la guasa. Los dos políticos son blancos, merengues, es decir, del Sevilla Fútbol Club. Son tan forofos del decano como los radicales hinchas que forman el colectivo Biri-Biri.
Tanto Zoido como Torrijos acuden al “escaño” que tienen en el coliseo del Sánchez Pizjuán para vivir juntos, sin debates ni enmiendas, su pasión futbolera por el equipo de Nervión. Aquí, en el estadio blanco, los dos expresan su júbilo por las victorias y los dos sufren con las derrotas. El juego, por tanto, es más compartido. Unidos para el júbilo y para la hecatombe. En esta convocatoria deportiva tanto Zoido como Torrijos votan en la misma urna. Nunca habrá votos en blanco, aunque sea el color de las camisetas del equipo de sus amores; ni nulos, como pasa en los plenos municipales. Los dos, a la vez, quieren que “su” equipo del alma gane siempre por goleada. Zoido y Torrijos llevan el escudo del Sevilla en el corazón. Los dos ediles, en ese amor por el sevillismo, están totalmente de acuerdo. El pacto es total. Pero esto es la anécdota. Fuera del Pizjuán, cada uno lleva la guerra por su cuenta. Y, en estos casos, siempre hay partes de bajas…
FERNANDO GELÁN
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