REAL BETIS BALOMPIÉ, 1; SEVILLA F. C., 1.- ¿Qué se puede decir sobre el derbi local celebrado en el Villamarín, después de las horas que han pasado? En realidad ha sido una semana de cordialidad y de azúcar y almíbar. Encuentros entre directivos y políticos, con el alcalde Zoido de protagonista en la Casa Grande, para limar cualquier aspereza y que todos se fundieran en un fuerte abrazo con un ¡Viva er Betis manque pierda! y el ¡Viva el Sevilla traca trá”.
El partido de este recuperado encuentro entre béticos y sevillistas, los eternos rivales de la ciudad de la Giralda y de la gracia y el salero, terminó con empate a uno que, más o menos, satisfizo a técnicos, jugadores, aficionados e invitados al palco “bullero” –por la bulla--, del estadio de Heliópolis. Pero, de verdad, ¿mereció el Betis perder el partido? De verdad, ¿pudo el Sevilla lograr un resultado mejor ante los verdiblancos?
El Sevilla, de rojo pasión, buscó desde que la pelota se puso en juego el marco de Casto. Y las primeras jugadas peligrosas de este primer periodo fueron protagonizadas por un Sevilla que desea con ansias salir del gafe que le atenaza y demostrar que sus sueños están en mejorar su clasificación para estar, al menos, en Europa. Los hombres de Marcelino atosigaron a un Betis que se tuvo que defender con uñas y dientes para salvar el pellejo. Menos mal que llegó el gol magistral de falta de Beñat, con fallo en la colocación de Javi Varas, para que llegara el delirio entre los seguidores verdiblancos.
Pero se rehizo el Sevilla que estaba dispuesto a morir con las botas puestas. Y en jugada de Reyes, que se multiplicaba por todo el campo, llegó el centro de Navas y el remate de Negredo –ningún defensa bético se interpuso en su camino--, para poner las tablas en este vibrante primer tiempo. Tal vez el Sevilla, sobre todo en un mano a mano Negredo-Castro, pudo alcanzar algo más que ese solitario tanto del delantero, pero también se ajustó los machos el Betis y con cierta filigrana pudo hacer daño en el portal de un inquieto Javi Varas.
Tras esta igualdad en el marcador, en este choque de la cordialidad de los eternos rivales, llegó el segundo tiempo para la esperanza y el sueño de una noche de invierno sevillana. Pero las fuerzas no estaban ya al ciento por ciento en los dos equipos. Además, la cabeza de los jugadores se había centrado más en nadar y guardar la ropa. Con la expulsión de Fazio en el minuto 69, el Sevilla fue más conservador y redujo el ímpetu y las ansias de gol para mantener un empate que podía saber al final a gloria bendita. El Betis, que jugaba con un hombre más, metió a toda su artillería en el terreno de juego, para poder dar el zarpazo definitivo.
Sin embargo, el cuadro de Pepe Mel, que se lo mereció, no tuvo fortuna a la hora del arrebato y el Sevilla de Marcelino García, muy centrado y muy sereno, fue achicando balones para que el reparto de puntos se hiciera realidad al final de este apasionante choque liguero. Es posible que a Jorge Molina le hicieran penalti en una de las jugadas de última hora del Betis en el área sevillista. El cuadro verdiblanco, que está crecido y con enorme moral, pudo sentenciar a su favor este trepidante partido entre los eternos rivales. El Sevilla, que siempre sorprende o quiere sorprender, realizó un extraño cambio. Retiro a Negredo del campo y metió en esa recta final al japonés Hiroshi, que debutó en el cuadro de Nervión. Sayonara. Pero se agotó el tiempo y el 1-1 reflejó en el Villamarín que eran tiempos de almíbar y de azuquiqui. ¡Pase usted primero, amigo! (Fotos: Web Liga BBVA).
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