No pudo ser. El Sevilla de Manzano que hizo más fútbol frente al Madrid, en el Bernabéu, terminó perdiendo este partido de vuelta de la Copa del Rey. El árbitro anuló un gol de Negredo a los diez minutos de juego por un fuera de juego inexistente y, además, favoreció siempre al equipo madridista en todas las jugadas dudodas. En esta semifinal, entre el gol fantasma de Fabiano en Nervión y este tanto anulado al delantero de Vallecas, el Sevilla ha tenido poca fortuna con los árbitros, que cometieron dos errores muy garrafales y decisivos.
Real Madrid, 2; Sevilla .F., O.- El campeón vendió cara su piel en el Santiago Bernabéu, con un partido muy serio que mantuvo la tensión hasta su tramo final, cuando Ozil, solo ante Varas, hizo el 1-0 que dio la tranquilidad a una afición local que suspiraba cada vez que el Sevilla merodeaba las inmediaciones de Casillas, si bien es cierto que al equipo de Manzano le faltó llegada, precisamente una de sus mejores armas.
Sorprendió Gregorio Manzano sacando como titular a Rakitic, que formó en el mediocentro con Zokora y Romaric, éste último echado a la izquierda. Navas ocupaba la banda diestra y Kanouté y Negredo jugaban arriba. La disposición táctica de los visitantes fue exitosa, porque el Sevilla, con Rakitic siempre presente, se hizo por momentos dueño del balón, sujetando muy bien a un conjunto blanco que apenas tuvo ocasiones en el primer acto, y cuando las tuvo, como una clarísima de Ronaldo, apareció un colosal Varas. Antes de eso, no obstante, el Sevilla debió adelantarse en el marcador. En el minuto 10 Negredo marcó en posición legal, tras magnífica asistencia de Zokora, pero de nuevo el banderín fue enemigo, como en la ida, por más que ahora se expongan tratados sobre el espacio, la geometría y lo que haga falta. Poco después Khedira cortó una contra con patada a Zokora y no hubo amarilla, sólo advertencia, que no fue tal en los casos de Cáceres y Fernando Navarro. Incluso más tarde el propio Zokora recibió amarilla por la misma jugada pero a la inversa. Recordó lo de Khedira a la impunidad de Lass Diarra de hace siete días.
Aún así, la sensación en el primer tiempo fue que el cruce estaba abierto y que si el Sevilla se lanzaba a por la contienda podía sacar muchas cosas positivas. El segundo periodo se desarrolló por el mismo cauce de respeto mutuo entre ambos equipos, aunque ahora sí el Madrid tenía más el balón y empujaba con cierta profundidad. Al Sevilla, con mucha disciplina en la zaga, le faltaba sobre todo llegar a los metros finales. No obstante, con el ecuador del segundo acto sobrepasado y Luis Fabiano ya en el campo, el Sevilla pisó más área, sacó córners y faltas... El Madrid respondía bien por alto pero no estaba cómodo.
Manzano continuó moviendo el banco. Con Rakitic fuera, sacó a Romaric por Perotti. Se trataba de jugarse el todo por el todo, con Zokora solo en la medular, lo que lógicamente dejaba una serie de espacios que el Madrid no tardó en aprovechar a la contra. Ozil se quedó sólo a nueve del final, sorteó a Varas y dio la puntilla a las ilusiones nervionenses. Minutos más tarde Sergio Sánchez vio la segunda amarilla al cortar una contra de Adebayor y se fue a la calle. Ese mismo camino no lo tomó Sergio Ramos, que entró con los tacos por delante sin intención de jugar la pelota a Fernando Navarro, y sólo vio la amarilla... El Sevilla ya se movía sólo por orgullo, porque lo que al principio era difícil en el ocaso del choque se antojaba imposible. Incluso Adebayor hizo el segundo. Ése fue el punto y final a una eliminatoria en la que el silbato nunca sopló a querencia, ni en el Sur ni en el centro. Sí, mucha mala suerte. El Sevilla, con eso hay que quedarse, cayó con todo en el campo, se vació y compitió hasta el final.
Sorprendió Gregorio Manzano sacando como titular a Rakitic, que formó en el mediocentro con Zokora y Romaric, éste último echado a la izquierda. Navas ocupaba la banda diestra y Kanouté y Negredo jugaban arriba. La disposición táctica de los visitantes fue exitosa, porque el Sevilla, con Rakitic siempre presente, se hizo por momentos dueño del balón, sujetando muy bien a un conjunto blanco que apenas tuvo ocasiones en el primer acto, y cuando las tuvo, como una clarísima de Ronaldo, apareció un colosal Varas. Antes de eso, no obstante, el Sevilla debió adelantarse en el marcador. En el minuto 10 Negredo marcó en posición legal, tras magnífica asistencia de Zokora, pero de nuevo el banderín fue enemigo, como en la ida, por más que ahora se expongan tratados sobre el espacio, la geometría y lo que haga falta. Poco después Khedira cortó una contra con patada a Zokora y no hubo amarilla, sólo advertencia, que no fue tal en los casos de Cáceres y Fernando Navarro. Incluso más tarde el propio Zokora recibió amarilla por la misma jugada pero a la inversa. Recordó lo de Khedira a la impunidad de Lass Diarra de hace siete días.
Aún así, la sensación en el primer tiempo fue que el cruce estaba abierto y que si el Sevilla se lanzaba a por la contienda podía sacar muchas cosas positivas. El segundo periodo se desarrolló por el mismo cauce de respeto mutuo entre ambos equipos, aunque ahora sí el Madrid tenía más el balón y empujaba con cierta profundidad. Al Sevilla, con mucha disciplina en la zaga, le faltaba sobre todo llegar a los metros finales. No obstante, con el ecuador del segundo acto sobrepasado y Luis Fabiano ya en el campo, el Sevilla pisó más área, sacó córners y faltas... El Madrid respondía bien por alto pero no estaba cómodo.
Manzano continuó moviendo el banco. Con Rakitic fuera, sacó a Romaric por Perotti. Se trataba de jugarse el todo por el todo, con Zokora solo en la medular, lo que lógicamente dejaba una serie de espacios que el Madrid no tardó en aprovechar a la contra. Ozil se quedó sólo a nueve del final, sorteó a Varas y dio la puntilla a las ilusiones nervionenses. Minutos más tarde Sergio Sánchez vio la segunda amarilla al cortar una contra de Adebayor y se fue a la calle. Ese mismo camino no lo tomó Sergio Ramos, que entró con los tacos por delante sin intención de jugar la pelota a Fernando Navarro, y sólo vio la amarilla... El Sevilla ya se movía sólo por orgullo, porque lo que al principio era difícil en el ocaso del choque se antojaba imposible. Incluso Adebayor hizo el segundo. Ése fue el punto y final a una eliminatoria en la que el silbato nunca sopló a querencia, ni en el Sur ni en el centro. Sí, mucha mala suerte. El Sevilla, con eso hay que quedarse, cayó con todo en el campo, se vació y compitió hasta el final.
(Comentario y foto. Web del Sevilla)
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