FÚTBOL.- En el Domingo de Palmas, cardo borriquero del Sevilla en Villarreal
Villarreal, 3; Sevilla F. C ., 0.-
Tremenda lección de fútbol del Villarreal en El Madrigal, ante un sorprendente Sevilla, que jamás pudo superar el baile que le hizo el “submarino amarillo”. Triste imagen la del cuadro de Nervión, ahora dirigido por Antonio Álvarez. Ni Palop, que tuvo determinados y puntuales aciertos, pudo evitar la goleada. Y menos mal que al final quedó en ese tres-cero. Porque el cuadro local pudo hacerte un siete al club que preside José María del Nido. Parecía que con la marcha de Jiménez esto iba a dar un vuelco. Pero el Sevilla fue torpe, perdido en ideas y con una falta de remate increíble, pese a Fabiano, Negredo y Kanouté. Todo un Sevilla decepcionante. con el agravante de que sigue si tener gente eficaz en el centro del campo.
Tras el último partido de Liga, el pasado martes, se precipitó la salida del entrenador del Sevilla. ¡Adiós Jiménez! ¡Hola Álvarez! Así es la vida futbolera. Los resultados, en este caso malos, traen estas consecuencias. Llegaba “otro” Sevilla de la mano de otro defensa, aunque el “kaiser” tenía más clase que el de Arahal. Además, Antonio Álvarez ha bebido de fuentes más preclaras que su compañero de fatiguitas, pues estuvo junto a Caparrós y Juan de Ramos. Manolo Jiménez solo estuvo en el Sevilla Atlético y en la grada viendo jugar a los que se proclamaron campeones de casi todo.
Dicen que el de Arahal se ha despedido muy cortésmente. Sin embargo dejó dicho que si hay “un proyecto para que el equipo llegue a Campeón de Liga, que lo llamen”. Entonces, carnes mías, a qué jugaba desde que te dieron en Nervión tantas oportunidades, que has desperdiciado y que no has sabido aprovechar.
Llora lo que no has podido defender como un hombre, dice la célebre frase del moranco granadino.
En fin. Así pues, tenemos nuevo “mister”. Álvarez es otro hombre de la clase, pero quizás más exigente que Jiménez. Tiene, además otro talante. El Sevilla tiene que dar in giro de ciento ochenta grados para no perder el sitio y las posibilidades. Este encuentro en Villarreal se presentaba propicio para romper con todos los maleficios.
Este partido, por tanto, era vital, fundamental, para hacer positivos experimentos. Con Álvarez como responsable de esta plantilla que tiene clase y empaque, el Sevilla no podía dormirse más en los laureles. Se presentaba aquí, en El Madrigal, terreno propicio para una nueva y adecuada aventura.
Pero nada le salió al Sevilla a derechas en El Madrigal. Fue el equipo de Nervión un pelele frente al juego acertado, contundente, presionante y eficaz del Villarreal. Jamás tuvo el cuadro de Álvarez, que se enfadaba en el banquillo, oportunidades para hacer fútbol. No hizo juego de ninguna clase. No jugó a nada. Bueno, jugó a perder. Palop encajó pronto un gol. Y se mascaba la tragedia. A duras penas aguantaba el Sevilla, sin rumbo y desorientado sobre la yerba. Y llegó otro gol, justo, porque era el Villarreal quien tenía la batuta.
Además, el Sevilla se vio sin ilusión en el terreno de juego. Falto de moral y de condiciones físicas. Incapaz de cubrir huecos, romper la fórmula mágica de los amarillos y quitarse de encima el dominio del Villarreal. Hubo momentos en que el cuadro de El Madrigal, con pases, repases, toques y retoques, bailo a un Sevilla sin alma, corazón y vida. Mucho ha de trabajar Antonio Álvarez para que se produzca ese necesario cambios, esa esperada transformación, porque mal porvenir tiene el equipo sevillano –estrenaba extraña ropa arlequinada en blanco y rojo--, para luchar por Europa y por la Copa del Rey.
Villarreal, 3; Sevilla F. C ., 0.-
Tremenda lección de fútbol del Villarreal en El Madrigal, ante un sorprendente Sevilla, que jamás pudo superar el baile que le hizo el “submarino amarillo”. Triste imagen la del cuadro de Nervión, ahora dirigido por Antonio Álvarez. Ni Palop, que tuvo determinados y puntuales aciertos, pudo evitar la goleada. Y menos mal que al final quedó en ese tres-cero. Porque el cuadro local pudo hacerte un siete al club que preside José María del Nido. Parecía que con la marcha de Jiménez esto iba a dar un vuelco. Pero el Sevilla fue torpe, perdido en ideas y con una falta de remate increíble, pese a Fabiano, Negredo y Kanouté. Todo un Sevilla decepcionante. con el agravante de que sigue si tener gente eficaz en el centro del campo.
Tras el último partido de Liga, el pasado martes, se precipitó la salida del entrenador del Sevilla. ¡Adiós Jiménez! ¡Hola Álvarez! Así es la vida futbolera. Los resultados, en este caso malos, traen estas consecuencias. Llegaba “otro” Sevilla de la mano de otro defensa, aunque el “kaiser” tenía más clase que el de Arahal. Además, Antonio Álvarez ha bebido de fuentes más preclaras que su compañero de fatiguitas, pues estuvo junto a Caparrós y Juan de Ramos. Manolo Jiménez solo estuvo en el Sevilla Atlético y en la grada viendo jugar a los que se proclamaron campeones de casi todo.
Dicen que el de Arahal se ha despedido muy cortésmente. Sin embargo dejó dicho que si hay “un proyecto para que el equipo llegue a Campeón de Liga, que lo llamen”. Entonces, carnes mías, a qué jugaba desde que te dieron en Nervión tantas oportunidades, que has desperdiciado y que no has sabido aprovechar.
Llora lo que no has podido defender como un hombre, dice la célebre frase del moranco granadino.
En fin. Así pues, tenemos nuevo “mister”. Álvarez es otro hombre de la clase, pero quizás más exigente que Jiménez. Tiene, además otro talante. El Sevilla tiene que dar in giro de ciento ochenta grados para no perder el sitio y las posibilidades. Este encuentro en Villarreal se presentaba propicio para romper con todos los maleficios.
Este partido, por tanto, era vital, fundamental, para hacer positivos experimentos. Con Álvarez como responsable de esta plantilla que tiene clase y empaque, el Sevilla no podía dormirse más en los laureles. Se presentaba aquí, en El Madrigal, terreno propicio para una nueva y adecuada aventura.
Pero nada le salió al Sevilla a derechas en El Madrigal. Fue el equipo de Nervión un pelele frente al juego acertado, contundente, presionante y eficaz del Villarreal. Jamás tuvo el cuadro de Álvarez, que se enfadaba en el banquillo, oportunidades para hacer fútbol. No hizo juego de ninguna clase. No jugó a nada. Bueno, jugó a perder. Palop encajó pronto un gol. Y se mascaba la tragedia. A duras penas aguantaba el Sevilla, sin rumbo y desorientado sobre la yerba. Y llegó otro gol, justo, porque era el Villarreal quien tenía la batuta.
Además, el Sevilla se vio sin ilusión en el terreno de juego. Falto de moral y de condiciones físicas. Incapaz de cubrir huecos, romper la fórmula mágica de los amarillos y quitarse de encima el dominio del Villarreal. Hubo momentos en que el cuadro de El Madrigal, con pases, repases, toques y retoques, bailo a un Sevilla sin alma, corazón y vida. Mucho ha de trabajar Antonio Álvarez para que se produzca ese necesario cambios, esa esperada transformación, porque mal porvenir tiene el equipo sevillano –estrenaba extraña ropa arlequinada en blanco y rojo--, para luchar por Europa y por la Copa del Rey.
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