He hecho un alto en el camino y he vuelto a la ciudad de la gracia y el salero. Esta ciudad, pese a quien le pese, es bonita, dulce y atractiva. Da gusto ahora en agosto –frío en rostro--, pasear por la ciudad, aunque tengamos que aguantar los cuarenta y ocho grados al sol en la avenida de la Constitución. Pero le echa uno una mirada a la Giralda y se penetra en la Catedral para ver a la Patrona, Madre y Señora de la Mariana Ciudad, y Sevilla es tela marinera. Habrá, como siempre, aguafiestas de palabras y de escrituras baratas o recuadradas, pero esta ciudad se está transformando en una capital de Primera División, con galácticos que trabajan para enriquecer el paisaje urbano de Sevilla.
Lo único que le falta al alcalde es un asesor de Sevilla. Sé que tiene tropecientos consejeros, pero ven más el puño que la rosa. Si Sánchez Monteseirín contara en su equipo con sevillanos de pro, voluntarios para darle ese toque final a los grandes proyectos, su larga labor en la Alcaldía podría tener un final mucho más feliz. El primer teniente de alcalde, Rodrigo Torrijos, está aprendiendo lo suyo desde que tiene fuerza y valor en este gobierno. Es una pena que la oposición sea muy cortita de genio y de pecho y que Zoido no de la talla. A los populares de la Casa Grande les falta la mano de hierro de Soledad Becerril, que además era y es una gran dama en todos los buenos sentidos. Por no ceder ante Rojas Marcos dejó de ser alcaldesa. Lo bueno o lo malo de la jugada del zorro del PA es que Soledad tiene la Medalla de Oro de la Ciudad y Rojas Marcos está más hundido que el Titánic.
Hay obras en la ciudad. Obras de verano y obras de verdad. Las que se hacen antes de que llegue septiembre son molestas para la Sevilla que vive agosto sin muchos sevillanos. Pero ahí están las delegaciones poniendo su asfalto y su granito de arena y de losas donde haga falta. Las obras grandes también siguen en marcha. El Muelles de Sevilla, el conocido por el de Nueva York, puede ser espectacular. Porque, además, tenemos un río, el Guadalquivir, que nos alegra la vista cuando pensamos en la bañera de casa.
Agosto en Sevilla. Rebajas, ofertas, oportunidades y una calle Sierpes que nos coloca a tres o cuatro grados menos de temperatura ambiental, aparte de la tierna ducha de Robles Laredo que siempre refresca la coronilla.
Lo demás, las tres letras y el pregonero que nació en el Arenal siguen con las mismas tácticas de siempre. ¡Vamos, jodiendo! Consignas de arenas muy movedizas que no logran los objetivos marcados. Pero yo, como soy un nostálgico, nacido en un barrio de artistas, orfebres e imagineros, vuelvo al túnel del tiempo y veo a los panaderos de Alcalá de Guadaira recorriendo la ciudad con sus mulas y sus angarillas, portando el rico pan de la tierra de los Pinares de Oromana. Ese bollo mojao en un gazpacho hecho en el lebrillo si que levanta a esos muertos de hambre que únicamente piensan en fastidiar a una gran parte de Sevilla. FERNANDO GELAN
Lo único que le falta al alcalde es un asesor de Sevilla. Sé que tiene tropecientos consejeros, pero ven más el puño que la rosa. Si Sánchez Monteseirín contara en su equipo con sevillanos de pro, voluntarios para darle ese toque final a los grandes proyectos, su larga labor en la Alcaldía podría tener un final mucho más feliz. El primer teniente de alcalde, Rodrigo Torrijos, está aprendiendo lo suyo desde que tiene fuerza y valor en este gobierno. Es una pena que la oposición sea muy cortita de genio y de pecho y que Zoido no de la talla. A los populares de la Casa Grande les falta la mano de hierro de Soledad Becerril, que además era y es una gran dama en todos los buenos sentidos. Por no ceder ante Rojas Marcos dejó de ser alcaldesa. Lo bueno o lo malo de la jugada del zorro del PA es que Soledad tiene la Medalla de Oro de la Ciudad y Rojas Marcos está más hundido que el Titánic.
Hay obras en la ciudad. Obras de verano y obras de verdad. Las que se hacen antes de que llegue septiembre son molestas para la Sevilla que vive agosto sin muchos sevillanos. Pero ahí están las delegaciones poniendo su asfalto y su granito de arena y de losas donde haga falta. Las obras grandes también siguen en marcha. El Muelles de Sevilla, el conocido por el de Nueva York, puede ser espectacular. Porque, además, tenemos un río, el Guadalquivir, que nos alegra la vista cuando pensamos en la bañera de casa.
Agosto en Sevilla. Rebajas, ofertas, oportunidades y una calle Sierpes que nos coloca a tres o cuatro grados menos de temperatura ambiental, aparte de la tierna ducha de Robles Laredo que siempre refresca la coronilla.
Lo demás, las tres letras y el pregonero que nació en el Arenal siguen con las mismas tácticas de siempre. ¡Vamos, jodiendo! Consignas de arenas muy movedizas que no logran los objetivos marcados. Pero yo, como soy un nostálgico, nacido en un barrio de artistas, orfebres e imagineros, vuelvo al túnel del tiempo y veo a los panaderos de Alcalá de Guadaira recorriendo la ciudad con sus mulas y sus angarillas, portando el rico pan de la tierra de los Pinares de Oromana. Ese bollo mojao en un gazpacho hecho en el lebrillo si que levanta a esos muertos de hambre que únicamente piensan en fastidiar a una gran parte de Sevilla. FERNANDO GELAN
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