Poca historia esta corrida quinta del abono maestrante y tercera del primer ciclo de Feria. Los toros de Cuadri aburrieron hasta a los vencejos que sobrevuelan el cielo del Baratillo. Vaya de la playa los peligrosos morlacos del hierro de Celestino.
Era cartel de gladiadores, pero no sólo había que ser un héroe sobre al albero, sino un mago para meter a estas reses en una chistera para que salieran otros animales más lidiables. Fueron peligrosos y ásperos. Algunos tan blandos de remos, que se doblaron sus patas. Los matadores se empeñaron en ver de largo a los toros en el tercio de varas, pero lo que sucedía, salvo en el quinto, fueron fuertes topetazos del animal contra los petos de los caballos.
Desde luego, había que tener valor y fortuna para estar ahí, en el ruedo de la Maestranza, aguantando los seis negros chaparrones. Por mucha entrega, por mucha voluntad y espíritu de lucha, los morlacos de Cuadri no daban más de sí. Los kilos de engordes pesaban excesivamente en las reses para tan corto esqueleto. Y los animales estaban, además, como desnortaos.
El primer toro en el ruedo se llamaba “Alemán”. Presagio de los bunker que iban a salir hasta seis veces. Se apalancaron en sus corazas negras y la lidia fue postónica y falta de interés. “Colladero” fue el más inquieto y gustó al publico en la pelea que mantuvo en caballos, pero punto y final. Toros sin gracia ni arte y toreros que poco o nada podían desarrollar frente a los armarios empotrados. Se alargó la jornada y se encendieron las luces para seguir con los bostezos. Todo el tendido espera tiempos, cercanos, mejores.
¡Ah!. Se me olvidaba: La terna estuvo compuesta por Sánchez Vara, Iván García y Fernando Cruz, que era lo de menos o lo de más. El detalle: el brindis de Vara a su banderillero Diego Moreno.
Vara e Iván colocaron banderillas y Tejera animó algo el largo tedio. A pasar página...
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